II
Las rehenes, apenas ingresadas al cautiverio, sostuvieron una comunicación telefónica con la representante italiana de Amnistía Internacional Alba Bonetti y con la periodista ecuatoriana de Derechos Humanos en Italia, Alizia Erazo, quien informó que a consecuencia de esta incursión, “Las ciudadanas bolivianas fueron detenidas por la Gendarmería Vaticana y que se hizo diligencias para liberarlas (Erbol, 28 junio 2018). “Yo simplemente hice una llamada y cumplí con mi misión. Busqué en Roma abogados penalistas para que las asistan” (Alizia Erazo, El Deber, 1 julio 2018). Ambas representantes diplomáticas extranjeras en comunicación con “La Guardia” vaticana, que admitió estar enterada de los eventos, pero que rechazó enfáticamente cualquier participación del estado Vaticano. Después de las gestiones realizadas por el abogado Fabrizio De Santis por solicitud de Erazo, fueron liberadas, no sin antes haber firmado documentos, cuyas copias les fueron denegadas. (Info Vaticana, 2 julio 2018).
La pequeña legación diplomática boliviana, situada en el Vaticano en el 15 de Via Di Porta Angelica, escoltada por dos arcos gemelos, enormes columnas y cubierta de altos muros de mármol y granito de color claro, cuyas oficinas están encima de las del correo italiano, está llena de misterios insondables.
Giovanina del Carmen Manrique Martino, de 30 años de edad, nacida en Naguanagua, Carabobo, Venezuela, inexplicablemente habría reemplazado a la funcionaria boliviana (de carrera) Érika Silvia Farfán Mariaca, encargada de negocios en el embajada y cabeza de misión de la embajada boliviana, de brillante tarea, “quien supo prestigiar como pocas esa pequeña misión y cuya labor es todavía reconocida por el secretario de Estado de su santidad, Pietro Parolin” (Vatican Insider en el mundo, 3 julio 2018).
Manrique Martino no figura ni en nómina de personal de relaciones exteriores boliviano ni posee declaración jurada alguna en Bolivia y su curiosa participación infringiría la Ley 465 de servicio exterior boliviano.
Funge de “primer secretario”, de acuerdo con su propio testimonio, José Luis Funes Ramírez, nacido en Oruro (Il Sismografo, Roma, 27 junio 2018), señalado por el arzobispado de Cochabamba, en 2015 y 2018, como un “fraudulento sacerdote que está impedido de realizar celebración de sacramentos: eucaristías, bautismos, matrimonios y cualquier acto religioso, atentando contra la Pastoral Arquidiocesana”. “Nadie explica cómo la escrupulosa Secretaría de Estado del Vaticano pudo dar su beneplácito respecto a este ciudadano. En Bérgamo, donde se encuentra la comunidad boliviana más numerosa de Italia, se le atribuyen celebraciones de misas y otros ritos en los domicilios. Una práctica que ya realizaba en su país natal” (Andrés Beltramo, Vatican Insider, 3 julio 2018).
Julio César Caballero Moreno, ex vocero papal en Bolivia, periodista y abogado, es el embajador de Bolivia en el Vaticano y en la “Orden de Malta”, entidad carente de territorio ligada a la santa sede, pero que tiene representación en 130 países, desde 1113. Su declaración al respecto establece que “Cuando terminó la homilía, el presidente y su delegación estaban en la zona del baldaquino (la parte superior de la tumba de Pedro), luego el presidente y su comitiva se retiraron, me estaba retirando (yo) también cuando escuché un tumulto y me dirigí hacia allá”, y “Les pedí permiso porque se estaban atravesando en mi camino”.
Consultado acerca de la detención de las damas expresó: “Como ser humano, jamás, jamás haría algo en contra de la libertad de expresión” y recordó que fue elegido presidente del Comité de Ética de La Paz y luego renuncié para ser vocero del papa, “esas son mis credenciales humanas”.
“Yo celebro la libertad de expresión porque en un país democrático ese es el pilar fundamental de la democracia, jamás sería capaz de actuar como un vulgar dictadorzuelo embriagado de poder, el poder es transitorio, yo voy a volver a mi país”.
La versión de Jaqueline Olmos Roca afirma lo contrario. “El señor Caballero me dijo: señora, por favor. Entonces en ese momento y por sus órdenes me toma del brazo la secretaria (venezolana) y llama a la gendarmería” (La Prensa, 28 junio 2018).
En la vecindad, Juan Carlos Aparicio Vedia, embajador en Roma desde enero de 2018, autor de la célebre frase “Bolivia y Chile somos como hermanos siameses unidos por la cabeza y jamás podrán separarnos” (Prensa Latina, Roma, 11 marzo 2108), fue Viceministro de seguridad ciudadana, tiene amplias destrezas en coacción gubernamental y pese a su participación no ha entregado ninguna declaración oficial.
Sobre el asunto, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia no ha emitido declaración oficial o extraoficial.
“La Guardia Suiza Vaticana” admitió estar enterada de los eventos, pero negó cualquier participación del estado Vaticano.
Sin embargo 48 horas más tarde, la oficina del Vaticano para asuntos consulares emitió discretamente un “DASPO”, que proviene de la figura diplomática de la “Prohibición de acceso a las acontecimientos deportivos” y que en la práctica es una prohibición absoluta para poner un pie en el territorio de la Santa Sede a las ciudadanas bolivianas (Andrea Zambrano, La Nuova Bussola Quotidiana, Vaticano, 1 julio, 2018).
Una condena que recuerda los días de la “santa” Inquisición.
Ninguna de las delegaciones diplomáticas bolivianas en Italia ni el mundo ha emitido comunicado alguno.
La Iglesia católica y el Vaticano hace más de 500 años que no emite comunicación alguna referida a sus asuntos internos con damas extranjeras.
Ese es el último “affaire” de las relaciones exteriores bolivianas. Uno más, aciago, se mire por donde se mire.
El autor es médico estudioso en temas históricos y diplomáticos.
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