Suplicio de la perrita de Cochabamba

Pocas veces en la vida hemos podido apreciar, a través de las ondas televisivas, imágenes tan desgarradoras, de tal impacto que ameritan acciones urgentes. Recientemente uno de los noticieros hizo conocer un caso que ha estremecido de dolor a cochabambinos, paceños y bolivianos.

En las fueras del Cementerio General de Cochabamba fue encontrada un perrita de color negro, a la que llamaron Negrita. Según la información, los veterinarios diagnosticaron que tenía herida una pierna, otra estaba dislocada, tenía fractura de columna, herida abdominal abierta y lo más horrendo, fue abusada sexualmente, al punto de destrozar partes sensibles de su organismo. Por todo ello manifestaba extremo dolor. Frente a la monstruosidad que sufrió esta perrita, le aplicaron eutanasia y por fin descansó en paz.

Ojalá, como dijeron, investiguen. Los vecinos del sector podrían saber quiénes son los autores de semejante barbarie, y si escucharon sus ladridos lastimeros, por qué no dieron parte, por qué no hicieron algo, como denunciar a las autoridades, para que los culpables reciban la sanción más ejemplar. Quienes obraron con tanta crueldad deben estar muy enfermos del alma y el espíritu, que plasmaron en el animalito sus bajezas. Serán pandilleros, malvivientes o delincuentes tal vez.

Lo decimos con cautela, podrían haber sido también consumidores de clefa, alcohol u otras sustancias; sus mascotas sufren por este tipo de abusos. Si bien es otra realidad de vida, estas personas necesitan ayuda, solidaridad, que los atiendan, sanen, se reinserten en la sociedad. El Estado, las iglesias, quienes predican y hablan de Dios tendrían que ver por ellos también.

Sería urgente evitar que tengamos más animales en las calles. Como en otros países del exterior, que no se vea perros en las calles. Urgen más albergues, esterilizar a las hembritas y quienes tengamos mascotas en las casas, evitemos que tengan cachorritos, al regalarlos no sabemos a dónde irán a parar. Y también sería bueno, aunque suene drástico, que mediante ordenanza municipal capturen y lleven a los albergues a las mascotas de consumidores de alcohol, clefa y otros, porque los animalitos pueden estar expuestos a este tipo de abusos y torturas. No así con los indigentes y pobres que viven en la calle, ya que hasta un pedazo de pan comparten con sus perritos, quienes han elegido ese destino y acompañarlos por ser fieles.

A lo mejor esa perrita andaba en las calles cuidando a su amo, y encontró tan cruel desenlace y como si ella hubiera elegido dónde morir, apareció y falleció por el Cementerio, emitiendo sonidos desgarradores, con terror y sufrimiento. Por esa Negrita que murió como tantos perritos callejeros, a quienes les corresponda, urgen más acciones, que guarden la vida del mejor y más fiel amigo del hombre… el perro.

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