En relación con viajes oficiales al exterior, difieren los que revisten alta importancia y urgencia para el país, que pueden determinar la concurrencia del presidente, a diferencia de los meramente protocolares que, por supuesto, no exigen su presencia. En la categoría protocolar se encuentran, indudablemente, las transmisiones de mando o posesiones de nuevos presidentes de las naciones; por consiguiente, el Jefe de Estado no tiene obligación de concurrir a este tipo de actos protocolares o de gentileza.
Las invitaciones a las posesiones presidenciales no son personalísimas, sino de buena voluntad y dirigidas en realidad a los países con los cuales se mantiene relaciones. Estos son los casos en los que la invitación puede ser delegada a un ministro y más propiamente al canciller. Por otra parte, los embajadores son los llamados a ejercer dicha representación, tanto más si en estos años los de Bolivia no desempeñan labores de relativa importancia ni en lo comercial ni en lo cultural, sea en América o en Europa. En pocas palabras, nuestros embajadores “no suenan ni truenan”. Huelga decir que para desempeñar tan altas funciones deben ser ciudadanos de gran versación y poseer dotes diplomáticas, que no las tiene cualquiera.
Este reciente compromiso colocaba al Primer Mandatario en la disyuntiva de ir a la posesión del presidente Iván Duque o asistir a la parada militar del 7 de agosto, día de las Fuerzas Armadas. Si optaba por tomar personalmente el Juramento de Lealtad a la Bandera -no propiamente al Gobierno- debía excusar su asistencia a Bogotá. En este caso debería presidir el acto legalmente el Vicepresidente del Estado, dejando de atrasar el tradicional juramento y desfile miliar. Al parecer el Presidente prefirió una nueva oportunidad -de las muchas anteriores- de asistir a otro episodio de tipo internacional, persuadido de la atención pública que pueda concitar.
Sin hipérbole alguna el presidente Morales lleva ya en lo que va del año algo así como 15 viajes. Sumados en tiempo sobrepasan 30 días. Basta recordar los periplos efectuados a Rusia, coincidentemente con el Mundial de Fútbol, donde su afición deportiva lo entrevistó con Diego Armando Maradona y con Gianni Infantino, Presidente de la FIFA, que habría prometido un mundial de futbol femenino en el país el 2025, esto, tal vez, fue uno de sus objetivos principales en Moscú. De Rusia pasó a China y de ahí a Holanda. A poco se ausentó al Vaticano acompañando al cardenal Toribio Ticona. Con anterioridad visitó al Rey de España, asimismo viajó a Chile para la posesión del presidente Sebastián Piñera, a Costa Rica con similar objeto. El ya mencionado día 7 para el juramento de Iván Duque. Se suman ausencias a la sede de Naciones Unidas a un evento indígena. Otras con fines netamente políticos, como el Foro de Sao Paulo y al cónclave disminuido del ALBA.
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