Organizaciones que observan el devenir de la democracia concuerdan que el mundo por primera vez se muestra cada vez menos democrático y lo sorprendente es que el cambio sea resultado de elecciones. Últimamente las colectividades votan por alterar valores que por mucho tiempo fueron considerados baluartes representativos del voto de mayorías. Pero el Brexit… y la elección de Trump en EEUU, más el apego de éste a dictadores como Putin, han sido resultado de elecciones democráticas, aunque la que eligió a Trump, entre otras, ha ido a contrapelo de lo edificante. Falta ver si la elección de EEUU de 2016 fue o no favorecida por piratas cibernéticos rusos. Como dijo el NYT el 3 de agosto: “Se trate de la OTAN, Rusia, Irán o Corea del Norte, el partido y los colaboradores inmediatos de Trump articulan mensajes diferentes a éste. “Y Alexandra Schwarts de la revista New Yorker dice: hoy “EEUU amenaza al mundo… y los estadounidenses estamos en él”.
L. Leatherby y M. Rojanasakui de Bloomberg news opinan: “estas manifestaciones democráticas demuestran que los resultados electorales de hoy no siempre son iguales”… ni mucho menos. Hungría, Turquía, Rusia, y Venezuela tuvieron elecciones este año y los resultados no significaron mucho, ya que los que estaban afianzaron su poder. Ahora, lo peculiar es ver ese acontecer como método de debilitar y hasta alterar los contrapesos y balanceos constitucionales de la democracia, lo que acaso tiente a utilizar la misma fórmula político-electoral para ganar. Italia es un ejemplo. ¡Y todo se muestra legal! Se trata de una legalidad cuestionable, desde luego. Pero ahí está, coleteando por doquier.
En promedio, el mundo está cada vez menos democrático, ya que el mayor sufragio no necesariamente connota mayores libertades. Según el Instituto V-dem’s de Alemania, que estudia la libertad, honradez, idoneidad, equidad y seriedad de elecciones, la calidad de varias democracias del mundo se deteriora. Un ejemplo es Turquía con las elecciones de hace unas semanas, que resultaron en la prolongación inconstitucional del mandato de Recep T. Erdogan, y la eliminación del cargo de primer ministro, para hacer una presidencia suprema que eliminó el parlamento de casi un siglo de existencia.
En 2017 Turquía encarceló a más periodistas que ningún otro país. También las elecciones poco equitativas de April en Hungría, país de la Unión Europea, que reeligieron a Viktor Orban que, desde 2010, ha modificado la Constitución, restringido a la prensa y fraguando candidatos falsos a fin de dividir el voto de la oposición. La elección de 2018 en Rusia tenía a Putin como ganador de antemano, entre otras cosas porque no se permitió candidatear al opositor, Alexey Navalny; además el régimen controló a la prensa y alteró urnas de votación por doquier. En Suramérica varios países de antemano dijeron que no reconocerían las elecciones presidenciales de Venezuela por ser fraguadas a favor de Nicolás Maduro, quien tiene un conocido expediente de encarcelamiento de líderes de la oposición, de quitar autoridad a la legislatura constitucional, y de instauran una con sus adeptos a fin de reformar la Constitución a su gusto.
Todo esto no es nuevo, por lo que es una barbaridad no repasar la historia a fin de mostrar reparo a como dé lugar y en forma sostenida. Para muestra un botón: en el Siglo XIX Napoleón III en Francia comenzó como presidente electo… y terminó como un autonombrado… ¡emperador!
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