El papel moneda es utilizado por todo el pueblo, sus valores importan a todos y su buena conservación es interés de todos; consecuentemente, es atentar contra el bien común el sellar los billetes que son papel moneda de uso y utilidad para todos, sin distinciones políticas, religiosas, culturales o de cualquier índole. Quienes han concebido la mala idea de sellar los billetes con la frase “Bolivia dijo no”, contradicen el objetivo buscado y cometen un abuso.
Es una tontería creer que se puede hacer publicidad y propaganda en billetes que son de uso y beneficio general, y que el sellarlos dará o quitará algún valor al mensaje. Al contrario, todos rechazarán esta acción, porque es lo mismo que poner sello con palabras obscenas, que son ofensivas y contrarias a normas elementales de educación y urbanidad.
El pueblo ha concebido la frase “Bolivia dijo no” con base en los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016 y, si se la utiliza, debe ser con altura, educación y respeto por todos, sin distinción alguna. No tiene que ser frase o mensaje que lastime, mancille u ofenda a nadie; debe ser, en todo caso, recordatorio de lo que una mayoría del pueblo ha decidido. Sellar el papel moneda o siquiera ensuciarlo o maltratarlo es ofender al pueblo que lo utiliza para todas sus transacciones comerciales. Es, quiérase o no, medio de unión de todos porque la moneda aglutina las necesidades y las soluciona, conforme al importe que represente.
Sería muy cómodo y hasta plausible que los “creadores” de semejante disparate entiendan que la impresión de esos billetes ha costado muchos dólares al mismo pueblo y no es cuestión de desperdiciar el dinero colocándole mensajes que no corresponden, que son indignos y que sólo “complacen” a sus autores que, según parece, no tienen concepto alguno de sana y constructiva educación.
La circulación de esos billetes ya produjo reacción en alguna población, que los declaró “falsos o invalidados”, cuando la realidad es que ningún letrero o propaganda podría quitarles el valor que tienen y pueden circular libremente. Pero otro “cantar” es la susceptibilidad del pueblo, que nada que atente contra sus intereses acepta y cuando un billete está roto, raído, sucio y viejo, automáticamente produce rechazo; mucho más debe despertar repudio en quienes lo reciben con una frase que está fuera de lugar y que, al solo escribirla en el papel moneda, produce rechazo y protestas.
La libertad de expresión es derecho de todos, conforme reza la Constitución Política del Estado; pero esa libertad no debe ser confundida con chabacanería, mal gusto, patrioterismo y hasta carencia de limpieza y educación. Los billetes del corte que sean deben ser cuidados, evitando su deterioro y vejez prematura, porque es un bien que sirve a todos y debe estar muy lejos de inquinas, rencores y complejos.
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