Virtualmente constituye una especie de pan de cada día la denominada crónica roja en varios canales de televisión, así como la exigencia de distintos sectores para que las autoridades doten de un mayor número de cámaras de seguridad, sumándose a ello el uso y abuso indiscriminado de las bolsas de “nylon”, o sea plásticas, y el gran consumo de alcohol en grupos o fraternidades a cualquier hora del día o la noche en espacios y vías públicas.
Vamos por partes. Comenta nuestra gente que no pasa ni un solo día sin que no se divulgue en la televisión, ya sea por las mañanas, al mediodía o la noche, las “informaciones” de corte policial. En opinión de muchas personas “inclusive amplifican temas de cocina que no tiene por qué conocer toda la audiencia, o la opinión pública en su conjunto”. El manejo de este género periodístico, opinan, debe hacérselo con mucho tino y cuidado evitando su difusión indiscriminada ya que en esos horarios también está de espectadora la niñez. No dejan de tener razón, pues de un tiempo a esta parte esa “proliferación” es por demás notoria. A ello se suma la creciente desconfianza en que se debate la sociedad, en la misma que, se puede decir, todos recelan de todo y todos, extremo que de una manera u otra ocasiona que los grupos sociales exijan la instalación de cámaras de seguridad, en tales o cuales lugares. Días atrás, un nutrido número de padres de familia pedía a gritos que se las instale en todas las escuelas y colegios, e incluso en sus aulas. Los vecinos las quieren en sus calles, oficinas, mercados, edificios, discotecas, cafés internet, carnicerías, baños higiénicos, y al final hasta en los sitios más inimaginables posibles bajo la convicción de que constituyen o significan la “gran solución” para frenar la creciente delincuencia e inseguridad, lo que no es evidente, por supuesto, y cada vez lleva a generar una creciente susceptibilidad entre prójimos y “próximos”.
Otro aspecto que satura nuestras vidas es lo relativo al uso abusivo de la bolsa de nailon, o sea plástica, que le extienden casi todos los vendedores al comprar cualquier producto, ya sea frutas, verduras, pan, clavos, tornillos, cuadernos, libros y todo lo que pueda caber en la misma. Al respecto es bueno subrayar que hace algunos días el vecino Chile se constituyó en el primer país sudamericano que prohibió su utilización, mientras que Panamá, a nivel latinoamericano, lo hizo a principios de este 2018, porque contaminan totalmente el planeta. ¿Podrán ver la forma de hacer algo al respecto quienes legislan en los diversos ámbitos? En lugar de ocuparse quizá hasta de temas banales sería bueno que se preocupen de esto.
En tanto, la ingesta de bebidas alcohólicas, en sus diversas formas, en las calles y todo espacio público, parece convertirse en algo normal y natural en los últimos tiempos, algo que no deja de fastidiar a mucha gente. Aunque existe alguna que otra disposición, no dejaría de ser útil llevar adelante campañas educativas haciendo ver lo nocivo que significa el beber “sin medida ni clemencia, y hasta perder el juicio y los expedientes” en toda vía pública a la luz del día. Es algo que también pareciera ser ya una especie de pan de cada día ¿no le parece?
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