Sabemos que eso de “Estado independiente” y el “otro país”, que se le atribuye a los cocaleros chapareños es tan disparatado como el separatismo que S.E. y los masistas le han endosado a Santa Cruz y al oriente boliviano en general. La diferencia está en que a los cruceños la calumnia de la republica liberada nos ha costado persecución, cárcel y muerte, mientras que a los cocaleros del trópico cochabambino los libra de pecado nada menos que el ministro de Gobierno, Carlos Romero, diciendo que ellos “son propietarios de su territorio”, lo que es una desvergüenza.
Eso -que es estúpido y peligroso- debió negar el ministro Romero corajudamente y no aceptarlo como si tal cosa, peor todavía cuando este independentismo trasnochado sale a la luz en plena visita al Tipnis de la Comisión del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza. Si esto fuera una baladronada de los productores de los grandes excedentes de coca (y por tanto de cocaína) no cabría preocuparse, pero si los fanfarrones cercan y secuestran a la Comisión, aunque sea por seis horas, la situación cambia y los extranjeros se llevarán la impresión de que, efectivamente, en Bolivia sucede algo raro; si no existe un “Estado independiente”, existe una región donde la ley no se respeta, donde impera una anarquía mafiosa.
Los miembros de la Comisión que nos visitaron -así como todo el mundo- saben que el 90% de la coca del Chapare no pasa por el mercado legal, es decir que se utiliza como producto base de la cocaína porque esa coca no se puede consumir. Y todo el mundo sabe también que S.E. es el presidente de las seis federaciones de productores de coca del trópico cochabambino. Si el jefe de Estado de Bolivia es amo y señor entre los productores de coca ilegal, éstos gozan de su protección y quien dude debería ser supremamente ingenuo o tonto.
Ahora que hasta el régimen ha reconocido que en el Polígono 7 del Tipnis se siembra coca (se afirma que más de mil hectáreas) y que hay producción de droga al haberse hallado pozos de maceración, no cabe la menor duda de que los temores que siempre se tuvo, sobre el avance de los cocaleros mediante la carretera que partía en dos ese territorio, tenían mucho sentido. Si ya se está destruyendo algunos laboratorios de elaboración de estupefacientes, significa que puede haber otros que no han sido descubiertos. Cuidado, por tanto, que 32 años después, nos encontremos con otra Huanchaca o con varias, y ojalá que el precio de descubrirlas no sea tan penoso como el que se pagó cuando los narcotraficantes ametrallaron al Prof. Noel Kempff Mercado y a quienes lo acompañaban en su misión científica.
Lo de la defensa de la Pachamama y la Madre Tierra está bien para enchufarlo en la Constitución, para proclamarlo en foros internacionales, para utilizarlo como carnada política, en suma para que S.E. tenga un libreto de ataque a los EEUU, a la DEA y a los gobiernos neoliberales. Sin embargo S.E. sigue siendo el fogonero que alimenta las calderas de la producción de coca en el Chapare, así le cueste la enemistad de los productores de Yungas. Si se permite más de 7.000 hectáreas de coca en el Chapare, ¿cuántas habrá realmente? Y si el 90% de las “hojas sagradas” no pasan por el mercado legal, ¿cuántas toneladas de cocaína se estará produciendo hoy? Seguro que es otro de los récords de S.E. pero que no se publicita.
Y mientras S.E. y sus adláteres siguen denostando contra el separatismo cruceño, lo que es una canallada de la que algún día tendrán que responder los de allá y los de aquí, se alcahuetea con los cocaleros que se declaran dueños de un territorio donde pueden bloquear, cercar, y convertirlo en una guarida donde no se ingresa sin permiso de los caciques y donde ya solo hace falta que se exija un pasaporte especial para transitarlo.
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