Economía de palabras
Sería beneficioso para el país y para la moral de los bolivianos, si algo quedase, que el gobierno nacional explicara todo el incidente con Argentina, aquel que comenzó cuando el presidente Evo Morales calificó de “amedrentamiento” la decisión del gobierno de ese país de reforzar con militares el control de su frontera para que no pase más droga boliviana.
La respuesta del gobierno argentino fue que esos militares habían sido movilizados para impedir que cocaína boliviana siga llegando a las ciudades argentinas, donde provoca delincuencia, actividades económicas ilegales y el surgimiento de corrientes políticas que quieren sacar beneficio de todo eso.
Nunca antes, desde 1825 hasta ahora, un gobierno boliviano había criticado a un gobierno vecino que hubiera frenado el ingreso de la cocaína, porque se suponía que de ambos lados se lucha contra ese crimen, ese delito, que lo es en ambos lados de la frontera, presuntamente.
Esta vez, para sorpresa de los argentinos y también de algunos bolivianos, el presidente Morales condenó la determinación argentina de reforzar su frontera, diciendo que se trataba de un gesto de agresión dirigido a amedrentar a los bolivianos.
El gobierno argentino tiene motivos para criticar al boliviano por el tema del gas natural, que no está fluyendo en los volúmenes convenidos, pero por otro lado tiene quejas de que la droga que llega a su territorio está creciendo en volumen.
Cuando ocurrió este incidente, la ONU acababa de informar que los cultivos de coca aumentaron en Bolivia y que en el Chapare crecieron en 17%. De esto se puede deducir que la oferta de droga hacia los vecinos, incluido Argentina, ha crecido en ese porcentaje.
Lo que explica la preocupación de los argentinos, que se las tienen que ver con un verdadero tsunami de cocaína que les llega desde Bolivia a través de las amplias y descuidadas fronteras.
Los argentinos han instalado radares para detectar el paso de aviones y motorizados con droga, mientras se prepara el emplazamiento de 40.000 soldados para cuidar los pasos clandestinos.
Lo preocupante de todo esto fue que el país estuvo, por primera vez, ante un incidente fronterizo provocado por el deseo de un vecino de frenar el ingreso de droga y, por otro lado, la protesta del gobierno boliviano, algo que es inaudito.
Los bolivianos querrían saber si el gobierno es de Bolivia o solamente del Chapare. Y quisieran que nunca más se los ponga en una situación tan incómoda de tener un gobierno que protesta porque alguien quiere frenar la droga.
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