Chile se apropió del desierto de Atacama antes del Topater

Significativas revelaciones contiene el libro que acaba de editar el intelectual paceño Abel Beltrán Saavedra, con el título de “El atraco de la oligarquía chilena al Litoral Boliviano”, llevando como agregado el subtítulo “La invasión al Perú-Fin de la Guerrra-1884”.

Una de ellas es que en 1842 “Chile se apropió de la mitad del desierto de Atacama (desde el río Salado a Reposo grado 26º 30 al 24º), para poco después avanzar hasta el grado 23º, que lo mantuvo por la fuerza. Con el Tratado de 1866, Chile quiso darle carácter legal a la ocupación arbitraria de ese territorio”.

Agrega que al invadir Antofagasta, Chile arguyó que estaba “reivindicando” el territorio comprendido entre el grado 24º que devolvió a Bolivia por el tratado de 1866. De tal suerte, Bolivia llegó a ser dueña absoluta del grado 24º al 23.30º (río Loa Perú). Por lo tanto, es un error creer que en la guerra (de 1879) perdimos 5 grados de territorio costero, se debe descontar dos grados y medio perdidos en negociaciones diplomáticas, recuperar esa zona sería desconociendo el Tratado de 1874 o mediante una guerra antes del 79”.

Lo que se proponían los chilenos era ir más allá del grado 24, hasta el Tarapacá peruano por las enormes riquezas que encerraban sus suelos. Los ingleses, que necesitaban esos recursos naturales, empujaron a los chilenos a declarar la guerra a Bolivia y al Perú.

Chile que antes tenía sus miras en el Perú aceptó prontamente las directivas de los ingleses, “después trataría de liberarse del yugo que le imponían sus monopolios en la explotación del guano, el salitre y el gran aumento de sus capitales”.

El autor anota que su libro constituye “un alegato irrefutable que demuestra que la oligarquía chilena usurpó de forma alevosa a Bolivia de su Litoral y que, al mismo tiempo, hace lo posible para no devolverle un territorio que ocupó por la fuerza y que le privó de su libre acceso al océano Pacífico, derecho legítimo que tenía desde su nacimiento como República independiente.

Beltrán expone, asimismo, que la característica central de su libro es que está respaldado con datos objetivos y concretos y que no se basa en abstracciones nebulosas y ambiguas, como también destaca el intelectual y periodista Luis Antezana Ergueta, en el prólogo que escribió para la presentación de la obra histórica.