Amnesia selectiva de los políticos

Al trastorno en el funcionamiento de la memoria, que importa la incapacidad de conservar o recuperar la información aprehendida en el pasado, se denomina amnesia. Pero en psiquiatría, entre muchas variedades de esta patología, se halla la “amnesia selectiva”, que no es más que la impunidad para los que detentan el poder o el cinismo para los que lo dejaron de ejercer.

Olvidar hechos que en el pasado estuvieron perfectamente almacenados en la mente de las personas, parece ser un padecimiento generalizado, principalmente en esta época de vida agitada, apasionada y agobiante. Pero olvidar deliberadamente hechos sobre nuestros poderosos y ex poderosos, cuya característica distintiva, respecto de los demás tipos de amnesia, es el auto convencimiento de tener la “verdad absoluta”, es también un rasgo exclusivo. Por eso los amnésicos selectivos no admiten críticas o disensiones, haciéndolos -siempre hablando de esa disfunción- “intocables”.

Incluso en el complejo sistema cerebral es aceptable y por tanto casi corriente, ser olvidadizo, tratándose de datos de poca trascendencia, como edades, nombres o determinados lugares. Lo preocupante, mejor dicho lo indignante, es que las personas, como en el caso de nuestros políticos o quienes han ejercido poder en algún momento, han “olvidado” actos, conductas, declaraciones y militancias ideológicas, que luego, y conforme a su conveniencia partidista y aún personal, ahora combaten acremente.

El contexto político, de los últimos años especialmente, ha demostrado que en Bolivia se ha perdido toda capacidad de discernimiento entre lo bueno y lo malo, entre lo bondadoso y lo atroz. Prueba de esta condición neurológica es que unos descalifiquen hoy los bloqueos, cuando encontrándose en el llano, su método de lucha fue precisamente el impedimento a la libre circulación por carreteras y calles. Y acá no importan los móviles que a unos u otros los induzcan a tomar tan opresiva determinación. Que de la noche a la mañana se haya insinuado, en criterio unilateral, la idea de dictar una ley contra la mentira, cuando quienes la promueven han dicho tantas mentiras, es porque han contraído amnesia selectiva. Y es la razón por la que no se les cae la cara de vergüenza. Amnesia selectiva es también militar en una línea dizque socialista, teniendo en sus filas varios militantes precisamente de gobiernos neoliberales (lo que per se, no es condenable, excepto cuando existiendo evidencias de ello, se lo niega con rotundidad).

Amnesia selectiva, igualmente, es acusar de política la próxima designación de Fiscal General del Estado, como recientemente lo hizo el ex magistrado Gualberto Cusi, cuando su propio nombramiento como miembro del Tribunal Constitucional Plurinacional fue eminentemente político e intransigentemente defendido en su momento por el partido de gobierno. Más allá de la posterior injusticia que se cometió con él, a manos de sus antiguos promotores, el único mérito de Cusi fue su gran capacidad de someter sus fallos jurisdiccionales a los designios de la coca. Y qué decir de los obligatorios registros a las filas del MAS que deben hacer los servidores públicos y el control con fichas, a las marchas y otras manifestaciones a favor del gobierno, que los opositores denuncian rabiosamente, habiendo recurrido a idénticos métodos en el ejercicio del poder.

En fin, estamos en manos de gobernantes “intocables y dueños absolutos de la verdad” porque padecen de amnesia selectiva crónica, peligrosamente contagiosa a los ex poderosos de la oposición, a quienes, como es de suponer, la enfermedad parece prenderles con igual gravedad.

El autor es jurista y escritor.