José Carlos García Fajardo
La democracia en el mundo está sufriendo una peligrosa erosión, escribe Leo Boff en una espléndida reflexión que comparto. Cita a Juez y profesor universitario, Rubens Casara, porque fue uno de los primeros en denunciar la aparición de un «Estado post-democrático». Una especie de «Estado» que rompe con el pacto social configurado en la constitución y por las leyes, y se rige por el autoritarismo, por la arbitrariedad y la violencia en relación con la sociedad, sobre todo de los más vulnerables.
La lucha ahora es para reconquistar la democracia, incluso la de baja intensidad, a fin de evitar la disolución del lazo social que nos permite convivir mínimamente. De lo contrario, entraremos en el caos y en la barbarie como se nota en algunos lugares de gran violencia.
No podemos dejar de tener siempre presente al querido profesor y gran jurista Norberto Bobbio, con su democracia como valor universal, para ser vivido en la familia, en la comunidad, en la escuela, en los sindicatos, en los partidos y en el Estado. Murió con una profunda frustración frente a la violencia del terrorismo de Estado.
La democracia no es sólo una forma política de convivencia social sino una Democracia sin fin, porque es un proyecto abierto, que puede ser enriquecido, cuanto mayor sea la participación humana y la responsabilidad que los ciudadanos van asumiendo en la construcción del bien común y del buen vivir y convivir, redefiniendo sus relaciones hacia la naturaleza en forma de sinergia, de cooperación y de cuidado.
Además, explica Boff con su sabiduría y experiencia social, la democracia como sistema abierto hace que podamos estar caminando hacia una súper democracia planetaria, como escribió Jacques Attali en Una breve historia del futuro. Esta forma de democracia será la alternativa salvadora frente a un súper conflicto que podría poner en peligro la permanencia de la especie humana. Esta súper democracia resultará de una conciencia planetaria colectiva que se da cuenta de la unidad de la especie humana, viviendo en una única Casa Común, en el planeta Tierra, pequeño, con bienes y servicios naturales escasos, súper consumista y superpoblado y amenazado por los cambios climáticos que están afectando a la biosfera, a la biodiversidad y a nosotros mismos. Cada día los medios nos dan cuenta de auténticos casos de deshielo de los polos, de contaminación de las aguas de ríos y hasta de mares y de océanos, de fenómenos atmosférico que rompen todo control.
La Carta de la Tierra utiliza dos expresiones que señalan el nuevo paradigma de civilización: alcanzar “un modo de vida sostenible” y “la subsistencia sostenible de todos los seres”. Aquí emerge un diseño ecológico, otra forma de organizar la relación con la naturaleza, el flujo de las energías y las formas de producción y de consumo que atiendan a las necesidades humanas, que nos permitan ser más con menos y que favorezcan la regeneración de la vitalidad de la Tierra. Lo que tantas veces suelo denominar una “sociedad de sobriedad compartida”.
Leo Boff, fruto de sus estudios en cosmología y ecología, ha propuesto una democracia socio-ecológica que representaría el punto más avanzado de la integración del ser humano con la naturaleza. Ella se inscribiría dentro del nuevo paradigma cosmológico que ve la unidad del proceso cosmogénico dentro del cual se sitúan también la naturaleza y la sociedad y cada persona individualmente.
Será una civilización biocentrada la que devolverá el equilibrio perdido a la Madre Tierra y la que garantizará el futuro de nuestra civilización. Todos, y la naturaleza entera, seremos ciudadanos que habitarán cuidadosamente la Casa Común.
El autor es Profesor Emérito, UCM.
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