Buenos Aires.- El Gobierno argentino ultima una batería de medidas que incluyen una reestructuración del Ejecutivo y un mayor ajuste fiscal, con el objetivo de dejar atrás las dudas y la volatilidad del mercado que están poniendo contra las cuerdas las finanzas del país.
El mandatario argentino, Mauricio Macri, se reunió ayer con sus socios en el frente gobernante, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica, para exponer el plan de contención que se dará a conocer mañana y que se vio obligado a adoptar tras una semana en la que la moneda del país sudamericano cayó un 21 % frente al dólar, y acumuló un desplome del 34 % en agosto y del 98 % en el año.
En la residencia presidencial de Olivos, en la periferia de Buenos Aires, los dirigentes del oficialismo buscan consensuar y concretar, entre otros asuntos, un duro recorte de la estructura del Gobierno por el que al menos diez ministerios desaparecerán, según las fuentes políticas consultadas por Efe.
Esta reforma del Ejecutivo, que pretende su agilización y el surgimiento de ministros con un mayor poder de decisión, en especial en el área económica, dejaría en la mitad el número de carteras, y se llevaría a cabo en la mayoría de los casos mediante la absorción de unos Ministerios por otros.
Uno de los principales mensajes de estos cambios sería la eliminación de las figuras de los vicejefes del Gabinete de Ministros, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, hasta ahora unos de los asesores económicos más importantes del presidente y considerados ideólogos del “gradualismo” que sostuvo hasta ahora la Casa Rosada en la reducción del déficit fiscal.
No obstante, el jefe del Gabinete, Marcos Peña, mano derecha de Macri y uno de los referentes del Gobierno más señalados, se mantendrá en el cargo.
En el lado económico, la directriz que salió de la larga jornada de encuentros que Macri tuvo ayer en Olivos con miembros del Gobierno y su círculo político más próxima es acelerar la reducción del déficit público, un drástico ajuste con el que reducir la vulnerabilidad financiera que aqueja al país y las emisiones de deuda, que resultan cada vez más costosas.
Con una combinación de recortes de gasto y subidas de impuestos, el mandatario argentino quiere llevar a menos de la cuarta parte el déficit fiscal pactado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2019, que en un principio era del 1,2 %.
Entre las reformas fiscales que trascendieron, el Gobierno estudia un considerable aumento en las retenciones a las exportaciones, un sector que se ve beneficiado por la caída de la divisa argentina, aunque una de las promesas electorales del presidente fuese precisamente una progresiva bajada de este impuesto, que hasta hace poco había llevado a cabo.
Estas medidas se suman al anuncio que ya hizo Macri el pasado miércoles, ante la fuerte devaluación del peso, de que el FMI adelantará los desembolsos del crédito de 50.000 millones de pesos acordado en mayo.
En su comparecencia, explicó que tomaba esa decisión por la existencia de “nuevas expresiones de falta de confianza en los mercados, específicamente sobre la capacidad de lograr financiamiento para 2019”, unas dudas de los inversores y prestamistas a las que apunta todo el paquete de medidas que prepara el Ejecutivo.
El devenir de los mercados en las próximas jornadas será clave para conocer la efectividad del giro adoptado por la Casa Rosada, después de una semana de fuga de activos reflejada en una fuerte bajada del peso, con una ligera tregua el viernes tras el anuncio de que se comunicarían nuevas medidas este lunes. (EFE)
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