Inversión privada en Bolivia

La inversión privada extranjera en Bolivia es virtualmente inexistente, porque no se desarrolla la producción que sea de interés en el exterior, a lo que se añade que carece de una adecuada legislación que garantice y asegure su tratamiento y desarrollo.

Hace tiempo, años sería lo apropiado decir, se anunció que se aprobaría una ley específica sobre el tema, de manera que el capital tenga los resguardos necesarios en el país, pero no se pasó de la intención. Hasta el presente sigue careciendo de ella, como demostrando suficiencia interna en el orden financiero, aunque lo más apropiado sería expresar que hay incompetencia para elaborarla y ponerla en ejecución.

Esto sucede porque ni siquiera el empresariado nacional recibe el apoyo oficial, más bien los gobiernos se prodigan en crearle impuestos y en el orden legal carece de las garantías suficientes para su existencia y desarrollo.

De esta manera, pareciera que existe conformidad con debatirse en la pobreza y el subdesarrollo. No hay lugar a otras explicaciones para admitir y menos justificar tanta negligencia de los gobiernos.

En estas condiciones, pareciera que es inevitable salir de tales situaciones, condenando a las pasadas, presentes y futuras generaciones a vivir en medio de la precariedad y las insuficiencias, tanto públicas como privadas.

Dos son los problemas que determinan la persistencia de tales realidades. La incompetencia de los gobiernos y la resignación de los bolivianos a seguir debatiendo en medio de las carencias y limitaciones.

A pesar de que los bolivianos son laboriosos, lamentablemente les falta ser de iniciativas y de creatividad. La amplia extensión del territorio nacional y la variedad de climas que posee no se las aprovecha en emprendimientos y realizaciones.

Ello se traduce en poseer una economía modesta, cuando en otras latitudes con muchas menos posibilidades se progresa y desarrolla, al punto de constituirse en países ricos o en poblaciones prósperas.

Aunque las comparaciones suelen ser ingratas, en este caso sería muy conveniente que en el país se difunda con la necesaria amplitud y detalle la prosperidad que en la actualidad detenta Suiza, un país territorialmente pequeño de Europa, pero con una población que no deja de seguir batallando para ser cada vez más sólido y próspero.

Con esta mentalidad y accionar, no se conforma con lo que contaba hace ya una década, más bien le alienta a continuar progresando. Esto se traduce en todos los órdenes de la vida humana. Su población goza de buena salud, su educación es tan rica que no se conforma con tantos logros alcanzados.

Prueba de ello es que les pareció insuficiente tener un solo idioma, pues ahora dominan prácticamente más de dos de ellos. De tal manera que, en forma simultánea, en una actuación pública o conversación personal, se habla indiferentemente con cualquiera de los que poseen.

En este caso no concurre aquello de ser más inteligentes o trabajadores, todo radica en que utilizan con mayor intensidad ambos factores, lo que no sucede entre nosotros, que nos limitamos a hablar un solo idioma, aunque en este caso es bueno anotar que los jóvenes de hoy se empeñan en hablar también el inglés, porque se ha constituido en el idioma que más se utiliza en todos los órdenes de la vida diaria y, con esto, dar paso al progreso y mejoramiento de ésta.

Cuando se alcanza estos logros, naturalmente se desarrolla la aptitud de mejorar las condiciones de existir y disfrutar de ella. De ahí nace el interés por crecer económicamente y con esta posibilidad dedicarse a la inversión y al progreso constante.