El argentino Diego Armando Maradona llegó ayer de buen ánimo a la Ciudad de México, su primera escala en el país, donde dirigirá a partir del próximo lunes a los Dorados de Sinaloa de la división de Ascenso del fútbol mexicano.
Escondido detrás de unos lentes de tonos rojizos, con una gorra y camiseta de color oscuro y sin afeitar, Maradona fue amable con los tripulantes de la nave que lo trajo desde Buenos Aires y saludó al personal de la Terminal Aérea, aunque no salió al exterior y fue inaccesible a los medios.
“Cenó pollo, vestía ropa cómoda”, dijo a Efe uno de los integrantes de la tripulación del vuelo que trasladó desde su país al héroe de la selección argentina en el Mundial de 1986.
Maradona llegó poco antes de la salida del sol a la capital mexicana y volará alrededor del mediodía a Culiacán, en el noroeste del país. Un puñado de camarógrafos que lo esperó y se fue con las manos vacías puso el lado colorido a su llegada con falsas alarmas en tres o cuatro ocasiones en las que a alguno de sus miembros le pareció ver a un señor de baja estatura y pasado de peso.
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