El drama de los bolivianos fue habernos dejado arrebatar por el MAS, en las dos últimas elecciones generales, el suficiente número de curules para concederles los dos tercios en la Asamblea Legislativa. Si se pudo evitar y no se lo hizo por la estupidez producto de ambiciones personales, nos lo merecemos. Con esos dos tercios el MAS ha hecho lo que le ha dado la gana y ha puesto de cabeza nuestro sistema de derecho, envileciéndolo a su antojo.
El otro drama es que demasiado tarde nos dimos cuenta que nos estábamos enfrentando con sujetos tramposos, sin moral ni miramientos. Personajes que estaban decididos -y lo están - a no soltar el poder, aun pasando por encima de la Constitución, que para ellos sirve para cualquier cosa menos para normar la vida de los ciudadanos en democracia. Son tramposos de naturaleza. No creemos que en política existan los buenos y los malos, los virtuosos y los tramposos, y que unos estén en un lado u otro. Eso es imposible. Pero en el caso del MAS se han congregado en torno a S.E. el lumpen de la política. Como elegidos a dedo han aparecido los personajes más siniestros, que tienen como característica el engaño y la mentira.
No vamos a entrar a ver lo que tantos dirigentes políticos, analistas serios y columnistas han dicho respecto a las viles trampas montadas entre los masistas, el Tribunal Constitucional, y el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Sabemos que aquello resulta ser la hez del comportamiento. Estamos seguros de que tanto los magistrados del Tribunal Constitucional y algunos miembros del TSE, recibirán, en su momento, el mismo tratamiento condenatorio que sus mandantes actuales cuando sean apartados del poder en menos de un año. Allá ellos, si no se retractan de las violaciones constitucionales a que han sido inducidos.
Pero el problema es más grande, porque este es un régimen de tramposos. Aquí cunde la mentira de una forma inaudita. S.E. tiene el tupé de decir que los medios de comunicación se aprovechan de su sinceridad. ¡De su sinceridad! Y desde el primer día de su gobierno dijo que era enemigo de la mentira, que la mentira no se toleraba en la filosofía cósmica andino-centrista. ¿S.E. no miente? S.E. es el mentiroso más grande que ha pasado por la política nacional. S.E. lo disimula todo, actúa taimadamente, y detrás de cada palabra que dice hay que adivinar qué esconde. Siempre encubre su pensamiento y expresa lo que sabe que el pueblo le va a aplaudir. Cuando S.E. manifiesta algo, hay que estar preparados para lo contrario. Decir que no quiere ser candidato es suficiente para que estemos seguros que quiere serlo. Expresar que la gente se lo pide casi de rodillas, significa que el pueblo le ha dicho que no. Decir que el TSE lo ha sorprendido con aplicar la “primarias” para las elecciones del 2019 es de risa. S.E. es la suma de todas las mentiras.
Pero las trampas no cesan a la par que los embustes. Ahora S.E. aparece promocionando una ley contra la mentira. ¡Él! Que el mentiroso diga que se sancionará la mentira ya es el colmo de la manipulación. Lo que se pretende es otra trampa, naturalmente, y es acallar o amedrentar a los medios. ¿Alguien lo duda? ¿Y alguien duda de que sus ministros o parlamentarios mientan si miente el jefe?
Pero quejarnos y llorar no nos va a llevar a nada. Hay que plantarle cara a los tramposos. Hay que insistir en que el 21-F y la Constitución le impiden ser candidato a S.E., pero además es necesario poner toda la carne en el asador. No sabemos qué pensará Carlos Mesa en estos momentos. Por lo menos, los comités cívicos ya se preparan para la lucha. SE anuncia movilizaciones para el 10 de octubre. Y el gobernador Rubén Costas ha dicho que no le teme ni a las “primarias”, ni a nada de la quiromancia masista, y que ya está dispuesto en la arena del combate. Era necesario anunciarlo y empezar.
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