Con la anticipación necesaria a las elecciones generales de 2019, los bolivianos deben empezar a diseñar un nuevo modelo de desarrollo económico y principalmente de bienestar social. Estos últimos años, de pretendidas innovaciones políticas, entre las cuales estos componentes debieron ser los dominantes, no fueron producto de una acertada conducción, sino de factores externos que dieron lugar a un mejoramiento de los ingresos, aunque siempre sustentados únicamente por el extractivismo.
No se aprovechó tal crecimiento en la industrialización, que es la única perspectiva de sostenibilidad del desarrollo económico y social, por consiguiente del progreso nacional en todos sus campos. Ha habido tres posibilidades concretas para tales efectos, los hidrocarburos, la conversión del etanol en producto industrial y otro tanto debió acontecer con el aprovechamiento de la riqueza metalúrgica del Mutún.
En todo caso, estos sectores de producción deben ser impulsados de una manera orgánica y sustentable, con miras a la construcción de un modelo de bienestar social. Esto implica aplicar políticas de universalismo, solidaridad, eficiencia e integridad, tal como plantean los expertos de estas materias.
Se anota específicamente que para alcanzar esos logros se requerirá de una nueva arquitectura de política social y cambios en la estructura productiva y en el mercado laboral. Se añade que ello demandará la aplicación de un nuevo sistema tributario progresivo y mayor eficiencia en la asignación presupuestaria, en coordinación con la ya inexcusable necesidad de proceder a la descentralización del Estado y la puesta en marcha del proyectado nuevo Pacto Fiscal.
Aunque falta prácticamente un año para el cambio de gestión, es indispensable ponerse a trabajar en los estamentos políticos y sociales, así como en los académicos, para que las políticas a ser aplicadas tengan sus correspondientes aportes, de manera que no se trate de simples experimentos o intenciones, sino que tengan el sustento del estudio, del conocimiento y de la experiencia. Con una base de sólida sustentación, sea cual fuere el sector político-social que se imponga en la respectiva consulta ciudadana, el ganador neto será el país y obviamente su población en general.
De lo que se trata, entonces, es comenzar a preparar los proyectos y programas partidarios y sectoriales, para que no se repitan más las improvisaciones. Bolivia no puede seguir debatiéndose en ellas, pues de manera reiterada y concluyente se las experimentó y no han arrojado los frutos que se podía esperar, más bien constituyeron los factores influyentes para que no salga del atraso y de la pobreza.
Tiene que llegar ya el tiempo de la madurez, desde el ciudadano que vaya a las urnas a depositar su voto, hasta los candidatos que sean los que posean el mayor respaldo político-social. Existe aún la posibilidad de alcanzar estos requisitos en aras del mejor servicio al país, lo que deberá exteriorizarse en la mejor administración de los intereses públicos y con ello conseguir el efectivo bienestar de los bolivianos, en especial de los sectores sociales que sobrellevan las limitaciones y la postergación.
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