Marcos Pérez Jiménez, dictador venezolano, vivía obsesionado con el Poder. Su régimen, de mano dura, ha marcado una época antidemocrática, cuando las ideas y los ideales eran relegados, ya que asumía actitudes cavernarias, como máximo exponente del autoritarismo, que lideraba en la década del 50, del siglo pasado.
Pero era pasadito de peso el ideólogo del “Nuevo Ideal Nacional”, de 42 años de edad. En 1956 medía 1.60 metros y pesaba más de 85 kilos. Por “la buena vida y la poca vergüenza”, dirían muchos.
“Su deseo es rebajar 15 kilos por lo menos, pero al parecer esto le es muy difícil. Ha ensayado varios métodos para adelgazar, incluso la natación a profundidad y hasta ir a pie a su oficina por las mañanas. Pero al parecer nada le ha dado resultado. Oyó decir que no hay como el deporte del remo para reducir la cintura, lo probó y ahora se ha mandado a fabricar su propia embarcación” (1), señala una información periodística.
Él, que adquirió las ínfulas de todopoderoso, vivía en la opulencia y la ostentación. En una situación que no le permitía perder peso. Es que estuvo atado en la mesa de las sabrosas viandas, de los ricos postres y finos licores. Pues todo lo que deseaba estuvo al alcance suyo.
En consecuencia, la embajada de Venezuela, en Londres, solicitó a la firma Putney, que desde hace 110 años se dedicaba a construir embarcaciones, construya un simple bote de remos. La instrucción decía: “el bote debe construirse para soportar pesos. El propio presidente va a utilizarlo. Quiere rebajar peso remando” (2).
Con recursos del erario nacional no sólo había engordado el dictador sino que pretendía pagar la construcción de un bote a remo para bajar de peso. Qué ironía. Mientras al ciudadano común se le hacía cuesta arriba obtener el sustento cotidiano. No olvidemos que había muchos desposeídos y pocos privilegiados en la Venezuela de aquellos tiempos. Por lo visto no existían ni tenues señales de justicia social.
Pérez Jiménez, después de su caída del Poder (1958), recibió a la prensa, por primera vez, “en una de las terrazas de su residencia privada”, en Miami Beach, en el segundo semestre de 1959. El gobierno venezolano pedía la extradición del exdictador, acusado de asesinatos y desfalcos. “El Partido Comunista ha sido el instigador de esta acusación. Son falsas y que obedecen a motivaciones políticas” (3), dijo a los periodistas. He ahí el otrora poderoso gobernante perseguido por la justicia y con residencia en Estados Unidos.
Desgraciadamente hoy el pueblo venezolano está sometido por otra dictadura, de tinte izquierdista, que ve “visiones” y no percibe la miseria y hambre que se agudiza día que pasa. Y hasta el momento no está permitida la ayuda humanitaria.
En suma: las dictaduras, sea cual fuere su discurso político, siempre han sido nocivas para los destinos nacionales.
(1) “Para el presidente Pérez Jiménez… un bote de remos”. Visión, Revista Internacional, 20 de julio de 1956. Pág. 12.
(2) Ídem.
(3) “Miami Beach”. Visión, Revista Internacional, 11 de septiembre de 1959. Pág. 9.
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