La ciudad de La Paz recibe un maltrato de sus habitantes con los pintarrajeados que se realizan en los muros exteriores de los edificios y viviendas y el uso de calaminas deterioradas y vetustas en los inmuebles y edificios que se hallan en construcción, peor cuando se las conserva de esta forma por tiempo indefinido.
En ambos casos, la Municipalidad de La Paz descuida la buena presencia y conservación de tales espacios, cuando debería ser una de sus principales preocupaciones, tanto como lo hace para el buen mantenimiento de las vías peatonales y las calzadas, pues ambos extremos constituyen aspectos vitales para contar con una ciudad limpia, bien cuidada y mejor si es vistosa e inclusive encantadora por su topografía y belleza urbana, como es el caso de esta ciudad.
Así como todos se preocupan por tener limpia y bien ordenada su vivienda, igual o mayor atención deberían merecer los detalles externos de los inmuebles, de manera que La Paz, reconocida como Ciudad Maravilla, justifique plenamente esta calificación honrosa que se le confirió en el plano internacional.
La Paz es una ciudad singular, entre las capitales del mundo es la única que ofrece esta excepcional topografía, que se presta a lucirla con sus mejores luces y encantos, de manera que efectivamente se justifique esa apreciación honrosa que se le ha conferido.
Por lo general, aunque probablemente no falten las excepciones, las personas que la visitan por primera vez, inclusive provenientes del resto del país, se encuentran con una ciudad totalmente imprevista. Exigente, si se quiere, porque hay que caminar por vías con altibajos, pero en conjunto es excepcional.
En buenas cuentas, no tiene mayor atractivo caminar por ciudades planas. Es como estar en cualquier otra ciudad del mundo, por la similitud que tienen en su topografía.
En cambio, La Paz es una excepción y de ello sus habitantes deben sentirse gratificados, al experimentar un privilegio. Si bien la altura en que se encuentra sobre el nivel del mar -3.600 metros- es un reto, al mismo tiempo constituye encontrarse con una ciudad que está en las cumbres del mundo, “tan cerca del cielo”, como expresan orgullosos muchos de los paceños.
Por todo ello y, además sin olvidar que se reside en una capital de país, tienen que ser cuidadosos y pulcros en tener a la vista sus inmuebles, sus casas, en las mejores condiciones posibles.
En cuanto a las calaminas, temporalmente y por excepción, se las puede emplear para resguardar las construcciones, pero en ningún caso se las debe utilizar externamente en los sitios o casas donde se vive de manera constante. En definitiva, su uso externo tiene que ser una excepción y no un recurso para tenerlas como fachadas en sus moradas. Se atenta contra La Paz, nadie que vive en esta ciudad debe ignorar tal situación, que el uso de calaminas tiene que ser eventual.
De ahí que la Municipalidad no tiene que prestarse a ser tolerante con una forma de atentar contra el aspecto de los muros urbanos. Las calaminas nuevas, jamás deterioradas y vetustas, pueden ser empleadas para una circunstancia de fuerza mayor, pero nunca como un recurso para sustituir las fachadas urbanas.
Si esto ocurre, hay que anotar en definitiva que es responsabilidad de las autoridades edilicias, al pasar por alto la obligación que tienen de impedir que se atente contra el aspecto urbano. En consecuencia, no merecen ocupar esas funciones, sea por incapacidad para cumplir debidamente las funciones que desempeñan o por simple negligencia, pero en ambos casos se incurre en una falta grave, por lo que no merecen hallarse con tales responsabilidades.
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