Recuerdos del presente
El gas natural y las drogas están enturbiando las relaciones con Argentina en una escalada que tiene obvios trasfondos ideológicos, dentro de una confrontación que envuelve a toda la región.
Esta escalada parece dramática porque se presenta cuando el gobierno argentino enfrenta herencias explosivas dejadas por los gobiernos peronistas, y el gobierno boliviano avanza hacia un proyecto totalitario.
Las cosas llegaron a niveles de tensión cuando el presidente Evo Morales protestó públicamente y definió como un intento argentino de “amedrentar” a su gobierno la decisión del presidente Mauricio Macri de emplazar tropas en la frontera para tratar de frenar la cocaína boliviana.
Muy pocas voces se escuchó, aludiendo a este hecho, único en la historia del país, que un presidente considera una agresión el hecho de que un vecino haya decidido impedir el ingreso de la droga boliviana en su territorio.
El gobierno boliviano agradeció seguramente ese silencio y luego las cosas dejaron el tema de la droga y se concentraron en el del gas natural.
Argentina informa regularmente, a veces a través de su embajador Normando Álvarez, que Bolivia no cumple con los envíos requeridos, llamadas “nominaciones”, de gas natural.
La carta informativa Siglo 21 difundió cifras sobre esa realidad, revelando que desde mayo pasado los volúmenes que Bolivia envía están por debajo del requerimiento argentino, lo que activa el sistema de aplicación de sanciones y multas previsto en el contrato.
La explicación boliviana es que esos volúmenes son compensados antes de que acabe el trimestre, aunque en este caso son cinco meses y medio de déficit en los envíos.
A principios de septiembre, el gobierno argentino anuncia que ha decidido dejar sin efecto el proyecto de construcción de un gasoducto que debía servir para la llegada de mayores volúmenes de gas boliviano.
Como respuesta, el gobierno boliviano dice que Argentina tiene una deuda pendiente de pago por el gas que, según el presidente del Banco Central, es por cinco meses, y según el ministro de Hidrocarburos es por dos meses.
Pero calla el gobierno boliviano el hecho de que YPFB haya decidido, sin explicación alguna, cancelar el proyecto para una planta de polipropileno en Yacuiba, por falta de gas.
Y ahora, la inundación de productos argentinos en el mercado boliviano, consecuencia de la devaluación del peso, que ha obligado a la aduana boliviana a reforzar puestos fronterizos que ya estaban vigilados, del otro lado, por gendarmes argentinos que quieren frenar la droga.
Y la cita Morales-Macri sigue congelada desde 2016.
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