Existe en todo el ambiente económico del país, especialmente en el sector privado del empresariado, una angustia por las difíciles situaciones en que se encuentra la economía nacional: hay disminución de las reservas internacionales; el gobierno se empeña en contraer nuevos préstamos; hay disminución en la producción de gas y, mientras no haya certificaciones ciertas, efectivas y claras sobre las reservas que estarían en investigación a cargo de una prestigiosa compañía canadiense, no sabremos ciertamente a qué atenernos. Se dice que los datos proporcionados últimamente sobre posibles reservas de más de 10 trillones de metros cúbicos de gas, ligeramente mayores a los conocidos hasta el año 2013, serían dados posteriormente, entretanto, resulta difícil hacer cábalas sobre el futuro.
Lo grave de esta situación es que la necesidad de observar austeridad en los gastos parece que no hace mella alguna en el gobierno y la costumbre de gastar “sin medida ni clemencia” se ha hecho crónica y no habría forma de parar una vorágine que podría ser perjudicial. Vivir en ascuas sobre lo que podría ser el futuro es preocupante para todos y, lógicamente, el gobierno y su partido tendrían que compartir esas angustias porque, de seguir como estamos, corremos el riesgo de agravar la pobreza del país, especialmente cuando hay conciencia de que poseemos muchos miles de personas que se encuentran en los extremos y muchos otros centenares de miles que adolecen de una pobreza crónica que tiende a agudizarse.
La austeridad es virtud que conforta a las economías pobres; es el medio más eficaz para sobrellevar situaciones críticas y es, además, el mayor sistema para aprender a vivir de lo que se gana y saber ahorrar algo de lo poco que se tiene. Vivir bajo principios de austeridad determina que el gobierno evite dispendios que no corresponden y muestra los caminos para atender solamente lo más justo y necesario. Los ofrecimientos sobre realización de obras, sin tener el dinero preciso, es perjudicial para el gobierno porque en cualquier momento sectores que recibieron promesas optimistas, pueden pedir su cumplimiento; pero, ¿qué y cuánto se puede hacer cuando no hay dinero? ¿Qué proyectos existen para hacerlos inmediatamente y que estén referidos a la salud mediante la atención a hospitales dotándolos de los equipos precisos para el tratamiento de muchas enfermedades como es el cáncer? ¿Qué otra prioridad podría haber cuando hay miles y miles de minusválidos que no tienen ingreso alguno y que precisarían se dé solución a sus graves problemas y necesidades?
El gobierno, si quiere salir de situaciones críticas, tiene que hacer los esfuerzos necesarios para aplicar la virtud de la austeridad a todas sus políticas y no actuar bajo criterios equivocados como si se contara con mucho dinero, especialmente cuando pasaron los tiempos de auge en que pudiendo no se hizo lo más urgente, como es atender los rubros de salud, educación y combatir a la pobreza.
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