Clepsidra
A pocas horas de conocerse el fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, que defina nuestra demanda incoada ante ese alto tribunal, para que se obligue a Chile a negociar con Bolivia una salida al mar con soberanía, crece la incertidumbre y la inocultable curiosidad por el tenor de dicha sentencia.
Por el fundamento de la demanda suponemos que el fallo se circunscribirá a dos posibles opciones, ambas de carácter vinculante: a) Que La Haya invite a Chile a negociar con Bolivia una salida al mar, sin citar el término soberanía y b) Que La Haya obligue a Chile a negociar con Bolivia una salida al mar con soberanía. Esas dos palabras: “Invite” u “Obligue” serán la clave determinante de la sentencia, a saber:
De producirse la “Invitación”, podemos estar seguros de que la respuesta de los “celadores del mar y cartógrafos del aire”, como apropiadamente los denominó el poeta a los chilenos, argüirán que ellos vienen negociando con Bolivia desde hace más de 100 años y, fruto de dichas negociaciones se plasmó en el tratado de 1904, suscrito entre las partes, por lo que nada más hay que negociar al respecto.
De esa manera, volveríamos a la misma situación que devino del abrazo de Charaña; del enfoque fresco; de la maleta con el mar; del acuerdo del charango y su agenda de 13 puntos y de todos esos relatos, que sólo contribuyeron a convertir nuestro justo anhelo en un nudo ciego, que ni los mártires de la causa marítima podrían desatar.
De darse la opción de la “obligación”, los araucanos invocarán nuevamente el consabido tratado de 1904 y negarán, por tanto, negociar cualquier tratativa que los “obligue” a incluir el término “salida soberana”, opuesto a lo que dicho tratado manda y además su constitución y sus leyes así lo establecen nítidamente y, para reforzar su ambigua negativa, argumentarán que: “el presidente Evo Morales no es un interlocutor válido para Chile, y menos el más indicado para llevar adelante dichas negociaciones, por sus múltiples ofensas inferidas a Chile y a sus autoridades, además de ser un hombre demasiado variable para mantener un diálogo efectivo”.
Así lo acaba de declarar José Miguel Insulza, exsecretario de la Organización de Estados Americanos, al periódico El Mercurio de Santiago: “Un día habla del “compañero Piñera” y al otro día empieza a insultar. Es un hombre demasiado variable como para mantener un diálogo efectivo. Pues su único objetivo real es llegar a ser presidente de Bolivia de nuevo, desconociendo el resultado de un referéndum de su pueblo, que le dijo NO a su propósito de reelegirse”.
Lo frustrante sería que después de seis años y cinco meses de introducida la demanda, la Corte falle que Chile y Bolivia conversen, extremo que significaría una dura derrota a nuestras expectativas, especialmente si los chilenos ya no quieren a nuestro presidente como interlocutor, lo cual significaría embarcarnos en un nuevo y largo clima de desaliento que reine en Bolivia, después que La Haya, haya fallado.
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