El 21 de septiembre a los 92 años de edad falleció uno de los teóricos y luchadores de esa fuerza histórica que cambió el curso de nuestra Historia y sentó las bases para un mejor desarrollo nacional, el Dr. Guillermo Bedregal Gutiérrez, quien junto a otros forjadores de la Revolución Nacional concibieron y lucharon por una nueva Bolivia, con su partido el Movimiento Nacionalista Revolucionario.
Carlos Mesa le rinde un breve homenaje en su cuenta de Twitter señalando: “Figura más que relevante de nuestro historia política. Intelectual del nacionalismo revolucionario. Paz en su tumba”.
Tengo en mis manos uno de sus últimos libros: “Categorías Teóricas y Prácticas de la Revolución Nacional”, editado por el Instituto de Investigación, Capacitación y Formación Democrática “Carlos Montenegro”, La Paz, 2005. En este texto se presenta los fundamentos teóricos que guiaron la Revolución Nacional.
En la sección “Abjuración y Apostasía” anota: “El MNR conjuga dialécticamente lo social que implica la izquierda con lo Nacional que abraza la construcción histórica de la Nación Boliviana como categoría de identidad”. En “Saldar algunas cuentas” reflexiona: “¿Habremos cometido muchas traiciones conceptuales con los fundadores de la “filosofía de la praxis”, con Montenegro, Céspedes, pero particularmente con la aplicación adaptada y creativa del pensamiento de Marx a nuestra realidad concreta que nos ha tocado vivir?”.
En varias partes de su libro reflexiona sobre la caída del imperio soviético (una muestra histórica de lo que puede suceder con otras imitaciones izquierdistas) cuando escribe: “una última reflexión histórica sobre la desintegración política de la URSS (1989-90) y el consiguiente colapso del “socialismo real”. La ausencia de una permanente capacidad autocrítica de la conducción de ese formidable proceso revolucionario de 1917 adelante, constituye, a mi juicio, una de las causas determinantes de la caída del dogmático “socialismo real” y un verdadero contraste para la “filosofía de la praxis” y el desarrollo político y social”.
En otro momento se pregunta (interrogantes válidos para el presente nacional) ¿Qué son los nuevos actores sociales, las microempresas, los marginados, los informales, las asociaciones ciudadanas, los sindicatos con el viejo sello cobista y sus patéticas nostalgias de la Tesis de Pulacayo, los pueblos originarios, la nación camba, el corporativismo de los empresarios privados? ¿Qué son en realidad? ¿Qué significa la política para ellos y para otros que lucen su gentilicio a gritos proclamándose “independientes”, ¿independientes de qué? ¿Qué enredos son estos?
En su afán de interpretar la realidad social en su vinculación a la filosofía, reflexiona: “En su tesis Feuerbach, Marx nos dice que los filósofos hasta ahora (entonces) no han hecho más que interpretar variadamente el mundo. Pero no nos dice que sean los filósofos quienes tienen que emprender la tarea urgente de transformarlo, cambiarlo, revolucionarlo, transustanciarlo. No está muy claro en el pensamiento de Marx si él reservaba un papel revolucionario a la filosofía, pero en todo caso está muy claro que la principal parte de esta tarea transformadora se la atribuía la ciencia.
De estas breves acotaciones, uno reflexiona que los revolucionarios que actuaban en el momento crítico de la Historia Nacional, no solo eran luchadores sino tenían tras de sí un grupo de pensadores, Víctor Paz Estenssoro, Carlos Montenegro, José Cuadros Quiroga, German Monroy Block, Mario Guzmán Galarza, Roberto Jordán Pando, Aníbal Aguilar Peñarrieta, Fellman Velarde, que podían esgrimir las armas y poner el pecho, también eran pensadores que tenían las ideas claras sobre las acciones que se debía adoptar para tener una nueva Nación.
Adiós, Dr. Bedregal, descanse en paz, junto al Dr. Paz y sus otros colegas revolucionarios.
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