I
Armando Aquino Huerta
La demanda de diálogo sincero y efectivo para un acceso soberano al Pacífico, presentada por Bolivia contra Chile el 24 de abril de 2013 en la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ); el rechazo a la objeción de incompetencia presentada por Chile; y los alegatos de las partes; permiten concluir que la demanda consiste en la VERDAD contra la MENTIRA, como paso a exponer:
1.- La demanda de Bolivia se sustenta en la verdad histórica de que Bolivia en 1825 nació con mar, con el departamento del Litoral y sus puertos de Antofagasta, Cobija y Mejillones, y las poblaciones de Calama y San Pedro de Atacama.
No admitir dicha verdad -como lo hace Chile- diciendo que no existiría materia jurídica en la causa, es una mentira que ni los propios chilenos la creen, peor aún si leen sus Constituciones Políticas y miran sus mapas que prueban y demuestran que Bolivia tenía acceso soberano al Pacífico. Si la soberanía no se toca -como dice-, Chile debe dar acceso soberano al Pacífico a Bolivia; porque no debía ni debe tocar la soberanía de Bolivia.
2.- Es verdad que los mapas geográficos de Bolivia de 1835 y 1844 prueban irrefutablemente que Bolivia nació con mar, porque le pertenecía la costa del Pacífico y la región de Atacama; hasta que Chile por la fuerza y su política expansionista, en febrero de 1879 invadió Bolivia y le usurpó dicha costa y región.
Negar esa verdad -como lo hace Chile-, negándose a negociar de buena fe la salida al mar con soberanía para Bolivia; es desconocer dichas pruebas y desconocer sus propios mapas geográficos y Constituciones Políticas, y constituye otra mentira que ninguna persona racional puede creer.
3.- Es verdad que el 14 de febrero 1879 Chile invadió Bolivia, y mediante una guerra no declarada le usurpó 400 kilómetros lineales de costa y 120.000 kilómetros cuadrados de territorio; esta verdad es conocida por todo el mundo, incluidos –claro está- los propios chilenos que han leído la historia, la “guerra del Pacífico”, el Tratado de límites de 10 de agosto de 1866 y el Tratado de 1904.
Desconocer esa verdad -como lo hace Chile-, diciendo que los documentos indican que nada hay inconcluso entre ambos países, y que el Tratado de 1904 resolvía definitivamente el problema marítimo con Bolivia; es otra mentira increíble, que hiere la conciencia de cualquier persona, peor aún si con dicha mentira se pretende hacer creer que dichos tratados no existen o solo existen cuando les conviene.
4.- Es verdad que el 10 de agosto de 1866, los presidentes de Bolivia y Chile firmaron el tratado de límites; documento que prueba la verdad indiscutible de que Bolivia tenía acceso soberano al Pacífico.
Desconocer dicho Tratado -como lo hace Chile-, diciendo que las negociaciones concluyeron, y que Bolivia debe aprender a no confundir aspiraciones con derechos y mucho menos pretender que sus aspiraciones generen obligaciones para nuestro país, como lo dijo el presidente Sebastián Piñera; es otra mentira que se sustenta en la mala fe y actuar hormonalmente sin raciocinio, interpretando documentos y hechos a antojo y capricho. Conducta que bien podrían explicar los psicólogos diciendo por qué y para qué se miente.
5.- Es verdad que el 6 de agosto de 1874, Chile y Bolivia ratificaron el límite en el paralelo 24°, concordando con el Tratado de 1866; dichos documentos prueban y demuestran a cualquier persona, que es verdad que Bolivia nació con mar y acceso soberano al Pacífico.
Decir lo contrario -como lo hace Chile-, afirmando con arrogancia y soberbia que las negociaciones concluyeron y que no existe continuidad en los reclamos de Bolivia, y que los pedidos de Bolivia son hechos al azar; es otra mentira que demuestra la pobreza de argumentos y pruebas de Chile en la demanda que nos ocupa, así como la falta de verdades en los argumentos y el dogmatismo de Chile.
6.- Es verdad que la OEA aprobó 11 resoluciones que apoyan la tesis de Bolivia para solucionar el problema marítimo con Chile mediante el diálogo, entre ellas la resolución 426, declarando que el problema marítimo es de interés hemisférico.
Desconocer dichas resoluciones, restándoles valor legal, diciendo que no son vinculantes, interpretando a su antojo documentos reconocidos por el Derecho Internacional Público para evadir responsabilidades -como las de Chile-; es mentir impunemente y querer tapar el sol con un dedo, máxime si Bolivia nunca renunció a su derecho de volver a las costas del Pacífico.
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