La invitación del Círculo de la Unión para el concierto del día 19 de septiembre pasado decía solamente sonatas para violín y piano. Pero cuando llegué al lugar a retirar el ticket de entrada, al leer el programa me sorprendí porque se trataba de las sonatas de Beethoven, asombrándome de sobremanera que hubiera un violinista en Bolivia que se animara a interpretar las dos sonatas más bellas y difíciles de las diez que compuso el genio alemán. Pero empezó el concierto y más grande fue mi admiración al solazarme, como todo el auditorio, ya que la ejecución se fue definiendo con bastante fluidez y soltura, de la una y la otra sonata.
La sonata Primavera es de una dulzura y armonía conmovedoras, que exigen profundo sentimiento expresivo en el virtuosismo, alcanzado por Christian Asturizaga, concertino de nuestra Orquesta Sinfónica Nacional y por Guery Ticona en el acompañamiento de piano.
Después del intermedio con un vino, el deleite fue mayor con la famosísima sonata Nº 9 a Kreutzer, que Beethoven dedicó al violinista francés Rodolphe Kreutzer que, según se dice, nunca quiso tocarla. Esta sonata es brillante, con pasajes de fuerza y emotividad que la ubican entre las composiciones para violín más hermosas, tonantes y expresivas que, sin duda, piden al ejecutante mucha precisión técnica, dedicación y talento.
En el concierto que comentamos fueron alcanzadas las cualidades requeridas: técnica, expresión, delicadeza y brío, que contentaron al auditorio que se sintió halagado con el obsequio musical que recibió, tributándoles una ovación merecida.
En esa noche feliz hubo una velada musical esplendorosa, con el violín que es el instrumento sublime que más se acerca al espíritu humano, en su más alta dimensión de belleza, que emociona desde la misma estructura física del instrumento, que tiene una extraordinaria hermosura. El concierto nos concedió la mayor fruición estética y espiritual.
Nuestra ciudad de La Paz continúa siendo el escenario de vibrantes conciertos musicales. Esa misma noche se daba en la Iglesia Luterana un concierto de guitarras con Marcos Puña incluido, a quien homenajeamos en otra nota anteriormente; en fin, el culto público de La Paz ya cuenta con variadas opciones musicales y artísticas para su deleite.
Está visto que los músicos Asturizaga y Ticona, con su talento y perseverancia nos darán, a no dudarlo, otras sorpresas placenteras más adelante.
Seguimos reclamando, ¡cuánto pueden hacer las autoridades, si dieran un impulso de verdad y sincero al descubrimiento, formación y difusión de los talentos dormidos! Porque ¡Bolivia es una tierra de artistas! Pero, contrariamente, se la está convirtiendo en un país de corruptos.
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