Fruta extranjera inunda al país

Un panorama desconocido se presenta en mercados, puestos callejeros y tiendas en general en las ciudades del país, especialmente en La Paz. Se trata de la aparición de frutas extranjeras que ingresan (especialmente por vía del contrabando) al mercado de consumo nacional desde países vecinos como Perú, Chile, Argentina e inclusive Brasil y Paraguay, revelando que el pueblo boliviano prefiere consumir productos frutícolas extranjeros y desprecia los nacionales.

En los puestos de venta se encuentra duraznos, peras, manzanas, chirimoyas, mangos, peras y otros de origen extranjero que antes no se conocía, pues la producción nacional servía para abastecer a la población. Los vendedores en mercados, tiendas y puestos callejeros ofrecen frutas con menores precios que los nacionales y, por tanto, la producción nacional es víctima de una competencia desleal, se queda sin consumidores y está destinada a ser arrojada a los basurales.

Semejante problema que encara la producción de frutas en el país se agrava porque la competencia está determinando que los agricultores de los valles, yungas y el trópico dejen de producir estos alimentos, debido a que el público tiene preferencia por otros de aparente buena calidad y bajos precios, frente a los nacionales que, pese a ser de mejor calidad, son objeto del desprecio de los consumidores, ya acostumbrados a la fruta extranjera.

Se debe señalar que las frutas que están ingresando al país son solo algunas producidas en países vecinos, ya que, con seguridad, en la próxima temporada invadirán los mercados nacionales otras frutas, que terminarán de arruinar la agricultura en lo que se refiere a esta clase de alimentos indispensables para mantener en buen estado de salud a la población.

Por otro lado, se destaca que casi el total de esa fruta que invade los mercados de consumo se origina en el contrabando mayor y el de tipo hormiga que burla los puestos fronterizos o simplemente ingresa al país con toda libertad y con la complacencia de las políticas agrarias y la complicidad de funcionarios de aduana. Esa ilícita actividad comercial, aparte de matar la producción nativa, acostumbra a la población a despreciar los productos nacionales, tal como ocurre con la manzana extranjera que tiene preferencia, la de origen chileno o argentino. Es más, la manzana nacional ya no se consume y al parecer ha dejado de producirse porque los agricultores no reciben apoyo, protección, ni estímulo. Más aún, su cultivo es objeto del abandono de los mecanismos estatales, como el Ministerio de Tierras que pareciera que no existe y se limita a apoyar, en forma directa o indirecta, el cultivo de coca que ha sustituido en los Yungas el cultivo de frutales.

Este problema de la apertura de las fronteras a la producción de fruta extranjera es de extrema gravedad y su tendencia es a agravarse en forma indefinida, ante la indiferencia del aparato estatal.