En la historia de la humanidad, en todos los países un servicio que siempre tuvo apoyo y respeto de gobiernos y de la colectividad fue el Servicio de Correos porque comunica, enlaza, une, conforta y conecta a personas y pueblos; el correo, desde siempre ha sido el nexo entre naciones y personas y es el medio obligado para transmitir pensamientos, sentimientos e ideas, es algo en que “descansa” la comunicación privada de cada persona, entidad o institución; en otras palabras es un servicio insustituible y que merece siempre apoyo y consideración.
En nuestro país, desde inicios del presente año, el gobierno ha decidido cerrar las instalaciones de Correos con la promesa de reemplazarlo por la “Agencia boliviana de Correos”. Se despidió a miles de funcionarios y fueron cerradas muchas oficinas que durante muchísimas décadas han prestado importantes servicios al país. El correo ha funcionado siempre y, según experiencias del mundo, en todas partes ha cumplido tanto como las mejores instituciones, como portavoz de todo el pueblo y como medio de comunicación e integración. En Bolivia tiene vigencia desde antes de la creación de la República y, antes de tener la denominación de Correo, funcionó a cargo de “chasquis” que hacían grandes recorridos para cumplir con la función de portar correspondencia y hasta encomiendas en todas las poblaciones. En muchos países de Europa y Asia hay extrañeza porque en Bolivia “no haya Correo” y no se explican ni encuentran forma de hacer llegar sus documentos y encomiendas.
El correo ha sido reemplazado por servicios privados que son caros, como es el caso de DHL, cuyos costos de transporte son infinitamente superiores al costo de lo que se envía. Mantener cerradas las oficinas de Correos es atentado contra los derechos humanos porque comunicarse, integrarse, compatibilizar ideas, criterios, pensamientos y otros son derechos inalienables del ser humano, que no deben ser suprimidos con riesgo de atentar contra derechos que siempre ha tenido la humanidad.
La promesa de que funcionará la “Empresa boliviana de Correos” no tiene visos de cumplirse y nadie se ha percatado de qué tipo de organización será, qué personal experimentado tendrá o si se hará con base en antiguos funcionarios; nadie explica las razones -al margen de las falencias financieras- qué hubo para clausurar, casi definitivamente, un servicio tan importante y necesario. El gobierno tendría que explicar con mucha claridad el porqué se priva al país de un servicio tan necesario y, mucho más, debe informar cuándo y cómo funcionará el nuevo servicio que, es de esperar, no esté conformado por militantes político-partidistas sin preparación ni experiencia alguna. En todo caso, se deberá convocar a lo mejor que haya tenido Ecobol, la Empresa Nacional de Correos que fue cerrada.
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