Existen pocos temas tan llenos de estereotipos y prejuicios como el consumo de drogas. Hay quienes piensan que los consumidores son unos viciosos irresponsables, mientras que otros los ven como auténticos vividores, para otros son enfermos necesitados de tratamiento, mientras otros los consideran personas inmaduras que cambiarán con la edad. Según algunas opiniones, las drogas son una amenaza de dependencia, mientras otros ven en su exploración el colmo del libertinaje.
A nivel individual y social el consumo de drogas ha identificado un síntoma, manifestación de un problema y enfermedad social debido a distintos factores que influyen en la aparición de este tipo de comportamientos de desadaptación. Estas manifestaciones deben llevar a padres, educadores y sociedad en general a revisar sus formas de relación interpersonal en el hogar y fuera de éste; a analizar las consecuencias de las mismas, los factores que provocan estos comportamientos y decidir qué acciones se debe tomar para erradicar o, en su caso, disminuir su impacto.
Para centrar la reflexión proponemos partir de una definición básica de droga: “Sustancia química que en nuestro organismo provoca una serie de cambios biológicos, psicológicos y sociales que determinan en gran medida las pautas futuras de respuesta de la persona”.
Su uso genera procesos como:
- Tolerancia: a medida que el organismo se va adaptando a la presencia regular de la sustancia, se necesita una mayor cantidad para producir los mismos efectos.
- Dependencia: tras un uso habitual, la persona necesita consumir la sustancia de que se trate para no experimentar síntomas de abstinencia, como veremos al hablar de la dependencia física o para afrontar la vida cotidiana, como veremos en la dependencia psicológica.
Su abuso provoca trastornos como:
- Trastornos físicos, cuando daña el organismo; por ejemplo con una bronquitis crónica causada por el tabaco.
- Trastornos psicológicos, cuando inciden negativamente sobre la relación de la persona consigo misma o con su entorno afectivo, como ocurre en los conflictos de pareja por abuso de alcohol.
- Trastornos sociales, cuando impactan sobre la comunidad, como ocurre con los hechos de tránsito provocados por conductores bajo los efectos de alcohol y drogas.
En muchas ocasiones la imagen que la sociedad tiene de las drogas y sus consecuencias no corresponde a la realidad de este fenómeno. Este divorcio da lugar a conjeturas equívocas que acaban situando a las drogas en el terreno de la ficción. Hay personas que piensan que las drogas son sólo sustancias que consumen otros, aunque quien lo diga sea un fumador crónico, incapaz de abandonar su dependencia a pesar de la evidencia de daño físico. Hay quien piensa que las drogas son consumidas sólo por los jóvenes, cuando existe un notable abuso de alcohol por parte de la sociedad adulta.
Para que la sociedad pueda afrontar el fenómeno de las drogodependencias, es necesario que antes comprenda que:
No existe la droga, sino diversas sustancias con diferentes efectos físicos, psíquicos y sociales con distintos riesgos.
Las drogas no son sustancias que esclavizan al individuo que se atreve a probarlas. Para que la dependencia aparezca han de estar presentes diversas circunstancias psicosociales, como en la escuela, comunidad, una autoestima frágil, presión de los amigos, disciplina familiar inconsistente como factor primario, modas que transmiten una imagen positiva de ciertas drogas, etc. El alcohol y el tabaco también son drogas, aunque sólo una minoría de la población las percibe como tal y son las sustancias de las que más se abusa y daño producen.
Hoy las personas que consumen drogas no responden a algún estereotipo. Cada sustancia es empleada por una variedad de usuarios que tienen motivos distintos para hacerlo. Las diferentes actividades que realiza el hombre promueven el desarrollo de tres áreas fundamentales: cognitiva, emocional y comportamental, influyendo en lo que la persona piensa, siente y hace, como efecto de la interacción que se tiene en el medio ambiente que se desarrolló. La significación que otorga la persona a cada uno de los eventos y la retroalimentación que recibió de éstos, son convertidas en factores de protección en un caso y de riesgo en otro.
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