El bioetanol que con gran optimismo y propaganda el Gobierno anuncia, es una producción que trae consigo no pocas dificultades, tanto en costos económicos como a la ecología. Se prevé la deforestación de 320.000 hectáreas hasta el año 2025 para la siembra de caña con ese fin. El ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, anunció un ahorro de 1.700 millones de bolivianos en lo que resta del año mediante el aditivo a la gasolina; cálculo dudoso. Su comercialización estaba prevista a partir del 15 del presente mes en La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y Tarija, pero según algunas fuentes no ocurrió.
El presidente Evo Morales promulgó la Ley de Etanol el 15 de septiembre en la localidad de Mineros (Santa Cruz). Con un criterio que le pertenece criticó hace algunos años este tipo de producción como contraria a los recursos alimenticios. Al volver sobre sus pasos no tuvo inconveniente en prohijarla. Se explica ese cambio por el aliciente de que el añadido del aditivo a la gasolina significará un ahorro a la erogación creciente de las subvenciones del país. El titular de Hidrocarburos asegura que hasta el 2025 el Tesoro economizaría Bs. 4.150 millones de bolivianos, además de evitar la importación de aditivos fósiles a los hidrocarburos.
A través de estas medidas, se ve la preocupación del Gobierno por el tema de las subvenciones. Con carácter enunciativo, según el indicado Ministro, solo en el rubro de hidrocarburos la subvención estatal alcanzó en 2018 el monto de 3.758 millones de bolivianos, 17% más que el 2017. Este grave aspecto -insostenible para Bolivia en poco tiempo más- se incrementa por la alarmante importación de motorizados de todo tipo y la libre e indiscriminada internación de los mismos, además del contrabando. Estas operaciones han saturado la infraestructura urbana y en especial la paceña. En el fondo, estos anuncios huelen a preparativos de incrementos en los diferentes rubros que al presente gozan del aporte estatal, pero que realísticamente tendrán que producirse.
Los agroindustriales aseguran invertir 1.600 millones de dólares en la producción de bioetanol, generando 30.000 nuevos empleos. No dijeron a qué fuente recurrirán para la cuantiosa inversión. Comprometen la participación de los ingenios Guabirá, Aguaí y Unagro para la entrega de 80 millones de litros del energético hasta el primer semestre del 2019, desafío no menos optimista. Para los expertos un litro de etanol demanda 1.700 litros de agua y aún más. Tanto la caña como el maíz son temibles degradadores de la tierra. Añaden que el Brasil de rica performance cañera tuvo que importar etanol de Estados Unidos por los altos costos de producción que tiene. No descartan que Bolivia reedite esa experiencia y se haga dependiente del producto estadounidense, entre otras cosas.
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