Reto y lucha de la mujer en el mundo

En cuanto al rol de la mujer, no se puede negar que se ha avanzado bastante. Pero la desigualdad entre hombres y mujeres es un hecho en casi todos los ámbitos. La discriminación social y económica afecta a la gran mayoría de las mujeres, que además tienen que hacer frente al drama de la violencia machista.

Por ello se afirma que “La situación de la mujer en el mundo ha cambiado en los últimos años, si bien continúa siendo desfavorable para la mujer con respecto al hombre”. Es evidente que se ha cometido una injusticia histórica con las mujeres, tanto en su desarrollo profesional, como en el sexual y el personal. Ahora el papel social de la mujer ha cambiado y lo que hace falta en nuestra sociedad es seguir evolucionando más y permitir que haya un reconocimiento a los derechos y a las oportunidades que las mujeres demandan. Los avances en salud han sido un elemento clave para que la mujer haya podido adaptar su propia y particular biología -pubertad precoz, alteraciones del ciclo menstrual, maternidad, abortos, cánceres de mama o ginecológicos y la menopausia son sólo algunas de estas particularidades que pueden afectar al género femenino- al ejercicio de estos derechos.

En contra de la errónea percepción general, el SIDA sigue siendo uno de los principales problemas de las mujeres en países subdesarrollados...

Esta dramática situación es, a juicio de algunos, “el reflejo de que la mujer padece y ha padecido una injusticia histórica”, que aún “continúa muy patente”, sobre todo en el tercer mundo, “no sólo en el terreno de la salud, sino también en el papel de la mujer en la sociedad”.

Algunas informaciones sobre la lucha por la igualdad de las mujeres alrededor del mundo van desde las dificultades de las libanesas para conseguir el divorcio, hasta la doble discriminación que padecen las ciudadanas de origen afroamericano. En Rusia, cada año 600.000 mujeres sufren la violencia por parte de sus parejas y el 40% de los delitos de violencia se comete en el hogar. En varios países de Oriente, como Irak, nombrar mujeres en cargos políticos resulta insuficiente para cerrar la brecha de género.

Se ha comprobado que el trabajo de las activistas de los derechos de la mujer puede llegar a ser más efectivo que la presencia de mujeres en los Parlamentos. El movimiento negro en Brasil lleva mucho tiempo luchando por conseguir avances sociales dentro del colectivo de las mujeres, en un país donde la mayoría es de color (en concreto el 52% de los 206 millones de brasileños tiene raíces africanas en la actualidad). En México, los crímenes cuyas víctimas son mujeres asolan a uno de los países más importantes de Latinoamérica. En Argentina el reclamo de las mujeres contra la violencia machista aumenta la visibilidad de casos extremos, pero las causas culturales profundas son más difíciles de combatir.

En un entorno político global, las mujeres tenemos mucho que perder. Por ello, las extraordinarias movilizaciones que se produjeron y se realizan en todo el mundo en defensa de las mujeres y contra la violencia machista son síntoma de que la minoría más grande de la humanidad sabe en el fondo lo que se juega y no va a cejar en su lucha.