Sin lugar a duda la derrota jurídica y política que acaban de sufrir el gobierno y el pueblo bolivianos en la Corte Internacional de Justicia es dolorosa y será de consecuencias para el futuro histórico del país. Pero, si bien se ha perdido una batalla, no quiere decir que se haya perdido la guerra, ya que el problema que lo originó continúa latente, al menos mientras exista y no sea solucionado debidamente.
Sin embargo, ante ese resultado negativo es necesario reaccionar de manera serena y no caer en precipitaciones emocionales que se presentan cuando se producen resultados inesperados y contrarios a los intereses sostenidos. Proceder precipitadamente, con reacciones que no son producto de los razonamientos necesarios, es no captar la realidad en su verdadera proporción y, por el contrario, se la deforma, agravando la situación, preparando el terreno para nuevas dificultades.
Dejarse guiar por el sensualismo y no por actitudes racionales y voluntaristas es tan peligroso como caer del triunfalismo en el derrotismo y, lo que es peor, insistir en errores que conducen a circunstancias peores y típicas del desconocimiento de los problemas, deslizarse en actitudes provocativas y aun proponer objetivos descabellados.
En circunstancias desfavorables se debe adoptar actitudes serenas, no perder la cabeza, reconocer la realidad creada y proceder a rectificar los errores para empezar de nuevo en las nuevas circunstancias. No identificar, no evaluar, no reconocer y no corregir los errores es agravar la situación, adoptar el infantilismo y, en el fondo, dar la razón a la parte contraria que verá, más bien, un fortalecimiento de su punto de vista y la debilitación del oponente.
Se debe enfrentar no un solo problema específico sino todo el planteamiento ideológico del cual depende y constituye la base del asunto, y no repetir al pie de la letra lo que hicieron los partidos tradicionales. Sin enfrentar el aspecto general, la solución del problema menor no resuelve la cuestión, por lo que sería necesaria, en primer lugar, la corrección del plan general. En ese sentido, si el caso de La Haya no es encarado en esa forma, la responsabilidad de la crisis se acentuará sobre sus actores.
No es, pues, necesario limitarse y encuevarse en un detalle táctico, sino revisar todo el planteamiento ideológico para adoptar, así, una nueva visión general que dé un golpe de timón de 180 grados no solo a un asunto específico, sino al conjunto de la nave del Estado, que navega en medio de un mar embravecido y con grandes destrozos en la línea de flotación.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |