La inclinación de los jóvenes hacia el consumo de bebidas alcohólicas se origina por diversos factores, como por carácter, influencia de líderes de grupo a nivel escolar, grado de maduración, entorno familiar y social, inseguridad, etc. que influyen decisivamente en la adicción al alcohol.
El alcohol es la principal droga vigente en nuestra sociedad, la que más muertes y tragedias produce y con carácter patológico para personas y familias. El consumo en adolescentes es alarmante. Diferentes estudios señalan que de los 13.7 a los 13.8 años está la media de edad de inicio en su consumo y se mantiene por debajo de los 18 años. Para muchos jóvenes el consumo de bebidas alcohólicas es una experiencia temporal, causada por la curiosidad, la atracción de lo desconocido y la presión que ejercen los amigos. Beben para establecer relaciones, pero detrás de esta mascara de felicidad está un mundo lleno de inseguridades, donde el joven descubre que el alcohol le proporciona un tiempo extra para ver las cosas desde una perspectiva diferente a la realidad. En ese trance atenúa sus frustraciones por no poder cumplir sus demandas personales, proporcionándole una visión más cordial de sus cualidades y hace que se muestre al mundo de una manera más disoluta y amistosa.
Al joven le falta seguridad y confianza en sí mismo, por falta de un carácter normativo que lo prepare para la vida adulta. En el otro extremo está la sobreprotección, la ausencia obligada de los padres dentro y fuera de casa, generando en sus hijos insolvencia de figuras de referencia, por que no existen y las relaciones de apego afectivo están deterioradas.
El consumo de alcohol por los jóvenes supone un grave riesgo que puede tener un desenlace dramático, facilitando el consumo en un entorno familiar permisivo, predisponiendo que sus miembros en un futuro sean dependientes del consumo de alcohol. Reconozcamos que el consumo de bebidas alcohólicas está presente en nuestra cultura y se integra con nuestra forma de relacionarnos y de construir nuestro propio espacio. Otro aspecto es la intoxicación de un organismo en desarrollo y la probabilidad de tener problemas con el consumo, pues cuanto más joven se comienza a consumir, más fácil resulta tener problemas con esta sustancia. Otra consecuencia importante es el poco uso de métodos anticonceptivos en relaciones sexuales entre jóvenes para prevenir la transmisión de SIDA y embarazos no deseados.
Es posible que muchos adolescentes y jóvenes que hoy consumen alcohol en sus momentos de ocio, vayan a asumir patrones de conducta problemática en el futuro. Cuando esto ocurra, lo más probable es que lo hagan con patrones de consumo adultos, sin tanto alboroto, pero con más frecuencia y perseverancia. Para evitar caer en este plano es necesario que en la hora de la formación del joven, se le inculque aspectos como: destacar la singularidad de la persona, facilitar el autoconocimiento, fomentar el desarrollo físico e intelectual, promocionar valores que capaciten la entrega personal de vida y el sentido de trascendencia, el tiempo libre como ocasión para seguir creciendo, un sentido solidario de la vida, en definitiva despertar en él ansias por vivir y con plenitud.
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