Según estudio de la FAO
Bolivia se ubica como el país con mayores problemas de alimentación, con el 19,8% de la población subalimentada
De acuerdo al ranking del “hambre” de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Bolivia con el 19,8% de su población subalimentada se ubica como el país con mayores problemas de alimentación, seguida por Nicaragua (16,2%) y Guatemala (15,8%).
También en una de sus peores crisis económicas y políticas, la carencia crónica de alimentos en Venezuela aumentó de 10,5% a 11,7% en los últimos diez años, según el estudio de la FAO y otras agencias.
Mientras el hambre ha retrocedido en América Latina existen varios países de la región que aumentaron su población subalimentada, es el caso de Bolivia, Nicaragua y Guatemala, donde además es evidente las carencias en servicios de salud, servicios básicos, entre otros.
La crítica situación venezolana, también se refleja en otros países de la región que en la actualidad presentan niveles mucho más altos de subalimentación, es decir, que las personas no ingieren las calorías necesarias para su actividad diaria.
Es el caso de Bolivia, Nicaragua y Guatemala, donde se observan varios elementos comunes. En principio “tienen una gran cantidad de población rural e indígena, que son muy vulnerables a los efectos climáticos y tienen dificultades para acceder a servicios públicos básicos necesarios para la seguridad alimentaria”, de acuerdo con la FAO.
Belice y Jamaica, que tienen el inglés como idioma oficial, fueron los países de América Latina y el Caribe donde también aumentó el hambre en la última década, según el estudio.
En el caso de Bolivia, los expertos dicen que es importante analizar cómo ha cambiado la situación alimentaria en los últimos años.
«Bolivia tiene una subalimentación alta, pero es el país que más la ha disminuido en los últimos 20 años», apunta Ricardo Rapallo, oficial de Seguridad Alimentaria de la FAO para la región. En la última década el hambre en este país disminuyó de un 30,3% a un 19,8%, pese a ello lidera los índices de subalimentación en la región.
«Bolivia ha sido afectado por desastres naturales como las inundaciones provocadas por los fenómenos de El Niño y La Niña en los últimos dos años». Además, hay zonas del país que se han visto afectadas por olas de frío y sequías que dejan a muchas familias en una situación de riesgo, señala Stefano Fedele, especialista en nutrición de Unicef para América Latina.
Nicaragua, por su parte, tuvo un alto crecimiento económico en los últimos años. Sin embargo, ocupa el segundo lugar en la lista del hambre regional. Y aunque efectivamente la subalimentación ha descendido en la última década desde un 24,4% a un 16,2%, aún sigue siendo considerada una amenaza para la población.
Expertos piensan que la actual crisis política y económica haría descender drásticamente el crecimiento económico este año (a 0,5%, según la Cepal), algo que influirá negativamente en las condiciones alimentarias futuras de su población.
A diferencia de Bolivia y Nicaragua, donde bajaron los niveles de hambre en la población, en Guatemala la situación se ha estancado con un 15,8% en la última década.
Cuatro de cada cinco familias padece algún tipo de inseguridad alimentaria y el suministro de alimentos es insuficiente para cubrir las necesidades mínimas de toda la población.
Comparando 2017 con 2016, el número de personas subalimentadas en la región aumentó en 400.000 personas subalimentadas y actualmente la cifra total es de más de 39 millones.
Sin embargo, Latinoamérica tiene un nivel de desnutrición aguda infantil del 1,3% de su población, lo que equivale a 700.000 niños menores de cinco años, y que está muy por debajo del promedio global.
Y el retraso en el crecimiento de los niños (desnutrición crónica) también se ha reducido, cayendo desde el 11,4 % en 2012 al 9,6 % en 2017. Estos son, al menos, dos resultados positivos dentro de un escenario regional más desalentador.
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