Macri, ejemplo de entrega y sacrificios por su país

Normalmente se cree, en la historia de todos los pueblos, que quienes los gobiernan están obligados a mostrar las conductas más austeras, honestas y responsables; que para su buen gobierno deben rodearse de equipos muy capaces, con profesionales que, además, se caractericen por su idoneidad y capacidad para el ejercicio de cargos, como los de ministros de Estado; que para cumplir con la representación del país se debe nombrar a los profesionales más experimentados y de carrera en el campo de la diplomacia; en fin, sin ser perfectos, los que estén a cargo de conducir al país deben ser lo más aceptables y que inspiren confianza a sus conciudadanos; pero, lamentablemente, no siempre ocurre ello y los ejemplos abundan, especialmente en los países pobres y subdesarrollados, donde no se recurre a lo mejor que tenga el país sino que hay preferencia por quienes son adeptos partidarios.

El caso de la Argentina, con el Ing. Mauricio Macri como Presidente es, posiblemente, notable en los últimos tiempos, porque diariamente muestra una vocación de servicio y tener conciencia de país para sobrellevar los embates y acciones contrarias mostradas por quienes fungen como opositores o, en la mayor parte de los casos, parece que actúan en nombre de quienes han actuado como gobierno y han destruido la economía argentina con conductas y políticas nada constructivas, con personal que no ejerció debidamente sus funciones y alejados de virtudes que, si las tenían, las abandonaron totalmente para trabajar solamente a favor de intereses partidarios, personales y de grupos que apoyaron ciegamente al gobierno anterior, que no demostró responsabilidad alguna y que aplicó en todas sus políticas el principio negativo de “dejar hacer y dejar pasar”.

Una situación calamitosa que el Ing. Macri prometió, al asumir el mando, corregir, aunque con sacrificios y esfuerzos que pediría a todo el pueblo; en el tiempo que lleva frente al gobierno, prácticamente muestra su disposición de corregir todo lo malo del pasado, dar a la Argentina el sitio hegemónico que tuvo en décadas pasadas como potencia industrial latinoamericana y, sobre todo, gobernar con sentido y vocación de país, reduciendo al máximo su equipo ministerial, como señal de que la austeridad en gastos debe ser permanente y que la efectividad de valores y virtudes de sus colaboradores se muestren mediante trabajo, producción, conducta, honestidad y honradez que sean ejemplares.

Él, como profesional y Presidente de los argentinos, sufre las consecuencias de sus sanas políticas y conductas honestas; siente que solo trabajando responsablemente se puede salir de las crisis que, en este caso, parecen haber surgido para que él y sus equipos les hagan frente por existir voluntad, coraje y capacidad profesional para vencer las dificultades; es decir, honrando al cargo que se le confió.