Un día después que el presidente Daniel Ortega y su pareja Rosario Murillo rindieran honores a la santidad de San Romero de América, el primer santo de la región centroamericana, ordenaron a la policía bajo su servidumbre reprimir brutalmente a manifestantes que pretendían marchar en Managua. La nueva jornada de represión no respetó ni jóvenes ni adultos mayores.
Los ciudadanos aglutinados en la Unidad Nacional Azul y Blanco habían convocado para el domingo la marcha pacífica, sin embargo, desde tempranas horas de la mañana centenares de policías, turbas, paramilitares, empleados públicos y fanáticos del régimen se tomaron rotondas y avenidas del centro de Managua, para impedir la manifestación.
Pese al asedio, los ciudadanos comenzaron a llegar por las vías alternas a Camino de Oriente y comenzaron a exigir libertad y justicia para Nicaragua, pero de inmediato fueron cercados. Por algunos minutos, los ciudadanos se refugiaron en un supermercado en Camino de Oriente, para protegerse de la rabia policial.
Sin embargo, los autoconvocados decidieron salir del centro de compras para realizar un plantón en vez de la marcha ante el bloqueo policial. Cuando comenzaban a expresarse, la Policía inició a reprimir y apresar arbitrariamente a los ciudadanos, en su mayoría personas de la tercera edad, así como a reconocidos políticos y líderes de movimientos sociales.
Uno de los primeros detenidos por la guardia orteguista fue el presidente del Movimiento por Nicaragua, José Antonio Peraza; seguido de varias personas de la tercera edad, entre estos el médico Francisco Ortega y la activista histórica Marlen Chow.
“Me están arrestando por pedir la libertad de Nicaragua”, denunció Peraza, mientras era arrestado. (La Prensa)
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