Perpetuarse en una monarquía

Hace más de 2.368 años, Sócrates escribió: “Nuestra Democracia se autodestruye porque ha abusado del derecho de igualdad y del derecho de libertad, porque ha enseñado al ciudadano a considerar la impertinencia como un derecho, el no respeto a las leyes como libertad, la imprudencia en las palabras como igualdad y la anarquía como felicidad”. Esta frase, que fue emitida en el año 350 antes de Cristo, pareciera reflejar lo que hoy acontece en el orbe, pues la democracia para unos y otros únicamente es “dedocracia”, “meritocracia”, o lo creen que fuere.

A propósito, entrevistado hace poco el ex presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Soliz (mayo 2014-mayo 2018) por Andrés Oppenheimer, en su programa de una cadena internacional televisiva, ante la pregunta sobre lo que pasa en Nicaragua, respondió: “Daniel Ortega sólo quiere perpetuarse en una monarquía, de ese modo imita al tirano Anastasio Somoza”. Asimismo, Daniela Quintero Díaz, periodista del diario “El Espectador” (Colombia), en una nota refiere que se cumplieron 39 años de la caída de Somoza, el último dictador en ese país, y que el 19 de julio de 1979 Ortega fue el héroe de la insurrección que derrocó a ese régimen. “Hoy gobierna en Nicaragua junto a su esposa, Rosario Murillo, aferrado al poder en medio de protestas que reclaman su salida. La Revolución sandinista, que pretendió ser democrática, popular y nacional, y para la que se unieron todos los sectores sociales nacionales, como la Iglesia católica, empresas privadas, intelectuales, sindicatos y todo el pueblo nicaragüense, no pudo consolidar un proyecto político que mantuviera una unidad ideológica, reflejara los intereses comunes y se mantuviera en el tiempo. Por el contrario, Daniel Ortega, que pregona los símbolos e ideales del sandinismo, se ha caracterizado por tener conductas autoritarias y utilizar su cargo sólo para beneficiarse y beneficiar a su familia, apropiándose del poder judicial y de los medios de comunicación, para de ese modo implementar una represión violenta contra sus opositores. Algo muy similar a lo que hicieron los Somoza en su tiempo”.

Por otra parte, un editorial del periódico La Prensa, de Managua, expresa: “Si aquella insurrección de 1979 era legítima, aunque fuese armada, porque era para derrocar una dictadura criminal, mucha mayor legitimidad política y moral ha tenido y tiene la insurrección de ahora, porque es la justa y sagrada rebelión de un pueblo desarmado contra otra dictadura, la orteguista, más criminal que la somocista”. Ahí se advierte el peligro que acecha a la democracia.

Y de ser cierto un relato que circula en internet, digamos que la política viene a ser hasta brutalidad, pues afirma que en una de sus reuniones, Stalin (dictador soviético, 1878-1953) solicitó que le trajeran una gallina. La agarró fuerte con una mano y con la otra empezó a desplumarla. La gallina, desesperada por el dolor intentó fugar, pero no pudo. Así logró quitarle todas las plumas y les dijo a sus ayudantes: “ahora observen qué va a suceder”. Puso a la gallina en el piso y se alejó de ella un poco, agarró en su mano un puño de trigo mientras sus colaboradores veían asombrados cómo, asustada, adolorida y sangrando, la gallina corría detrás de Stalin mientras éste le iba tirando trigo y daba vueltas en la sala. La gallina lo perseguía por todos lados. Stalin miró entonces a sus ayudantes, quienes estaban totalmente sorprendidos y les dijo: así de fácil se gobierna a los estúpidos. ¿Vieron cómo me persiguió la gallina a pesar del dolor que le causé? Así son la mayoría de los pueblos, persiguen a sus gobernantes y políticos a pesar del dolor que les causan por el simple hecho de recibir un regalo barato o algo de comida para uno o dos días”.

Por cierto que los gobiernos de los hombres siempre serán imperfectos, y ante ello debo recordar a un sacerdote que, por su avanzada edad, retornó a su país hace algunos años, el mismo que solía exclamar: “Los gobiernos crean infinidad de disposiciones legales contra todo, y contra todos, y ÉL sólo quiere gobernar con 10 leyes, pero el hombre no le presta atención”. Bien se puede deducir: las “fuerzas oscuras” que desdibujan la democracia están entonces entre moros y cristianos, en ambos bandos o aceras.

Al respecto, a 36 años del retorno a la democracia en Bolivia, gran parte de nuestra gente, se puede afirmar, aún no hace uso pleno, de manera correcta, así como en otros lados, de todo lo que realmente significa y ofrece la democracia, atravesando ésta, al contrario, por albures que siempre la pondrán en zozobra.