René Cristhian Rojas Durán
La adolescencia representa la transición de la niñez a la edad adulta, es decir que es un periodo de desarrollo, donde la persona adquiere las capacidades físicas y psíquicas que la identificarán como desarrollada. Al ser una etapa de profundas modificaciones, está marcada por la inestabilidad y, en la mayoría de las ocasiones, el desconcierto y la confusión de los propios jóvenes ante sus cambios.
En las etapas inicial y media de la adolescencia, es decir desde los 11 a los 17 años, los jóvenes desarrollan una imagen propia, un rol que buscan proyectar y potenciar ante los demás. El desarrollo de la personalidad provoca en el adolescente la necesidad de independencia frente al núcleo familiar y busca integrarse en grupos sociales. Esta necesidad de pertenecer a un grupo puede llevar a los jóvenes a desarrollar comportamientos de riesgo, como el consumo de alcohol. Los hábitos llevados a cabo dentro del entorno de familia y amigos son cruciales en la hora de prevenir o fomentar el consumo de alcohol.
Los adolescentes son más vulnerables ante las bebidas alcohólicas y las consecuencias para éstos son mayores que para los adultos. Los daños más perjudiciales en estas edades tempranas se producen en la salud mental, afectando más las zonas del cerebro responsables de la memoria y aprendizaje.
Además de dañar mentalmente al adolescente, también genera daños en la conducta, provocando en el mismo el desarrollo de un comportamiento agresivo, dificultando el correcto desarrollo de relaciones sociales. Entre los perjuicios más importantes derivados del consumo de alcohol, establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), tenemos:
- Fomento de las relaciones sexuales sin protección, lo que acarrea el contagio de enfermedades de transmisión sexual y el embarazo precoz.
- Hechos de tránsito, que representan una de las mayores causas de muerte prematura en los adolescentes.
- Proliferación y desarrollo de la violencia, sobre todo violencia de género.
Para prevenir el consumo de alcohol en los adolescentes es necesario tomar una serie de medidas con este objetivo, sobre todo en el ámbito familiar:
Mejorar la comunicación entre padres e hijos. La influencia del entorno familiar es crucial para que el adolescente siga hábitos saludables y evite el consumo de alcohol. Establece normas y límites claros y acordes a su edad. Es necesario educarlos en valores y actitudes responsables a través del ejemplo. Recordemos que el ejemplo es la mejor forma de educar. Es importante tratar de saber con quiénes van nuestros hijos/as y qué tipo de amigos/as tienen. Se le debe recordar siempre a un hijo que el alcohol no hace a la gente más divertida. Finalmente, si considera que su hijo(a) tiene problemas con el consumo de alcohol y no sabe cómo ayudarlo, sin dudar pida ayuda a personal especializado en el tema.
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