La independencia del Tribunal Supremo Electoral (TSE) está por lo menos en duda, porque con la renuncia de uno de sus vocales ha perdido el equilibrio que tenía. En términos numéricos, con toda propiedad y acierto, la Asamblea Legislativa dispuso que tenga siete miembros, con el propósito de garantizar su plena independencia.
Con la renuncia de uno de sus vocales ha quedado con seis miembros, con lo que dejó de tener esa disparidad, por consiguiente, en el mejor de los casos, en las votaciones que realice para adoptar sus decisiones regulatorias para los procesos electorales podrían darse empates, con lo que no estaría en condiciones de tomar decisiones imparciales.
El TSE cuando fue organizado por la Asamblea Legislativa paralelamente designó también siete suplentes. Empero, ocurre que en la actualidad tampoco está en condiciones de garantizar imparcialidad, porque igualmente uno de sus integrantes renunció, con lo que queda en la misma paridad del cuerpo titular.
Otra circunstancia que rodea al caso es que la composición del cuerpo de suplentes del TSE es igualmente nominada por la Asamblea Legislativa, de manera que los seis vocales suplentes que quedan están en igual situación que la de los titulares.
En toda organización, inclusive en los clubes juveniles, siempre se opta por contar con una directiva heterogénea, de manera que para las resoluciones que adopte, inclusive en ese nivel, donde no hay intereses en juego, se prefiere contar con la imparcialidad.
Respecto al TSE, se presta a suspicacias importantes, cuando su cuerpo directivo carece de aquella heterogeneidad necesaria, considerando que las resoluciones que adopte tienen trascendencia nacional, porque de por medio están en juego los intereses públicos.
En el caso presente, el Movimiento Al Socialismo (MAS) ejerce el Poder Ejecutivo y cuenta también con la mayoría decisoria en la Asamblea Legislativa. En consecuencia, tiene la posibilidad de igualmente tener bajo su arbitrio al TSE, porque sus componentes son nominados por la legislatura oficialista, y ésta dispondrá que suceda otro tanto con este cuerpo, bajo cuya hegemonía se realizan los procesos electorales nacionales.
Probablemente se dirá que el TSE, a pesar de estar integrado por siete vocales puede tener cierta calidad de imparcialidad, porque a pesar de ser nominados por la Asamblea Legislativa, de mayoría oficialista, por lo menos uno de ellos podría asumir posiciones de independencia cuando sean realizadas las votaciones.
Pero con lo que acontecerá en adelante, tal eventualidad se ha tornado muy lejana, porque ninguno de los vocales del oficialismo se animará a constituir, alguna vez, la diferencia, como probablemente se producía con los siete vocales anteriores. Pues cuando había algún disenso no se podía identificar a quién la correspondía tal voto.
Al contarse en el futuro con un TSE totalmente identificado con el MAS, las votaciones serán dirigidas por sus partidarios, lo que puede deducirse que ocurrirá invariablemente, porque no habrá margen a que se registre alguna variante que muy bien podría ser de conciencia, pues siempre se tendrá que votar disciplinadamente por la unanimidad.
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