Alguien dijo que el pago del segundo aguinaldo a los obreros tiene sus luces y sus sombras, aunque olvidó decir que las primeras son unas chispas y las segundas un incendio. En efecto, esos serían los alcances de esa medida dictada por el gobierno por tercera oportunidad, hecho que permite hacer algunas observaciones.
Voceros del oficialismo han asegurado que el monto de dinero que pagarán las empresas privadas a sus obreros y el Estado a la burocracia, llegará a los ¡mil millones de dólares!, medida puesta en aplicación en vista de la presunta llegada del Producto Interno Neto del país al 4.5 por ciento este año, mientras el anterior llegó al 3.9 por ciento.
La distribución de esa enorme masa de dinero en manos de alrededor de un millón de obreros y empleados públicos es, sin duda, una obra de “generosidad” de parte de personas que manejan un gran presupuesto. Los beneficiarios tendrán oportunidad de dividirse mil millones de dólares en proporciones ínfimas. Es más, con esos recursos repartidos se dedicarán a hacer compras de mínima cuantía y de ninguna manera servirán para hacer inversiones. Es más, serán destinados al comercio que se origina en el contrabando, a adquirir mercancías chinas que abarrotan los mercados. En síntesis, se malbaratará en chucherías y bebidas y el acto de “bondad” se convertirá en perversidad.
De acuerdo con la ley dialéctica del cambio de cantidad en calidad, cuando el dinero está disperso pierde importancia, pero cuando está junto se convierte en factor progresista. Efectivamente, produce grandes obras, crea y mejora las empresas, da trabajo, reduce la miseria, enriquece al país, etc. Es más, determina grandes inversiones, crea la clase obrera y le ayuda a salir de la pequeña economía e inclusive es un factor que crea naciones y las convierte en potencias.
Eso es lo que sucederá con el pago del segundo aguinaldo ordenado por el gobierno. Mil millones de dólares servirán para alcohol y plásticos chinos, para fortalecer el contrabando y dar muerte a cientos de empresas, en vez de servir para fortalecerlas. Por otro lado, determinará que el Estado no sufra un desangramiento, pues bien podría utilizar la cuota que le corresponde para obras que rindan ganancias. De ahí que el doble aguinaldo tiene más sombras que luces y que se debe tomar en cuenta.
En conclusión, el doble aguinaldo descapitaliza empresas, al Estado y al país en general y en vez de enriquecer a los obreros, los empobrece.
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