La carga boliviana a y de ultramar está experimentando la posibilidad de contar con otro acceso al océano Pacífico. Los más tradicionales son los de Arica, Iquique y Antofagasta en Chile, y cada vez se está experimentando con más intensidad la factibilidad de utilizar también el puerto de Ilo, en Perú.
Si bien de los puertos chilenos mencionados somos dependientes, ahora tenemos la posibilidad de buscar las mejores conveniencias para emplear uno y otro puerto. La prioridad que se le vaya a conferir a uno de ellos dependerá principalmente de los empresarios nacionales.
Para el efecto se tendrá que considerar los costos, la mejor calidad de las carreteras y el trato que en uno y otro se confiere a la carga boliviana. Cada empresario deberá experimentar cuál de ellos le confiere mayor preferencia, por todos los factores concurrentes para el tratamiento portuario que tenga la carga nacional e igualmente la elección de la vía que a unos y a otros les resulte más conveniente.
En este punto no solo tendrán que considerar la situación de las carreteras, también los tiempos que demanda su conexión con el país y quizá fundamentalmente el trato que en uno y otro puerto se otorgue al transporte nacional, tanto de ida como de vuelta.
Acerca de las carreteras, al gobierno nacional le corresponderá asumir la responsabilidad de que las vías tengan las mejores condiciones, en unos casos respecto al costo, en otro la calidad de las mismas. Asimismo las extensiones para medir los tiempos a emplearse en el transporte y, por último, la administración que se les confiera.
Cada uno de tales aspectos cuenta mucho para el transporte intensivo que se tenga en lo que concierne a su administración funcionaria. En otro orden, la vía que demande menores gastos y mayores ventajas en cuanto a rapidez y calidad. Por último, el buen mantenimiento de las vías, en todo tiempo atmosférico y circunstancias imprevistas que suelen concurrir ante operaciones de magnitud.
Cuando se hace mención a estos temas, se advierte que todos juegan un rol de primer orden para atender un tráfico de centenares de vehículos, principalmente de alto tonelaje, tomando en cuenta que la demanda de la carga es de cientos y hasta miles de toneladas diarias.
De otro lado, se tendrá que otorgar la máxima atención a la carga que salga del país, considerando que teniendo más puertos para este efecto, la tarea puede complejizarse mucho más. Tanto en salida como en llegada, se deberá contar con aparatos funcionarios de la mejor calidad posible, aparte de cuidar que no vayan a producirse delitos de corrupción, tan frecuentes y repudiables, que tienden siempre a introducirse en las operaciones administrativas del Estado.
En suma, ir y venir de puertos tiene que ser de alto nivel operativo, para lo que la elección de los funcionarios que administren estas operaciones debe ser de la más alta competencia y calidad. Por tanto, no debe continuar la preferencia por los adictos de los gobiernos, sino por aquellos que tengan títulos académicos y certificados de competencia y honestidad.
La aplicación de estos requisitos correrá por cuenta de las altas autoridades del Estado, de manera de excluir la incompetencia y, al mismo tiempo, velar para que en todas las instancias funcionarias prevalezcan la experiencia y la honorabilidad.
Al tratarse del futuro que tenga el comercio exterior del país, con el empleo de más puertos al Pacífico, se pondrá en juego muchos factores que distingan o desprestigien al mayor rol operativo que concierne a la vida nacional, como son la producción, la exportación y la importación de toda índole de bienes públicos y privados.
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