Advertencia
En Bolivia, el ingreso llegó a 60 mil hectáreas y pone en peligro a 77 razas de maíz, la soberanía alimentaria, la salud, la economía y la cultura de los pueblos
Expertos paraguayos llegaron al país para advertir sobre las consecuencias del ingreso de semillas transgénicas de maíz al territorio. En Bolivia la incursión ya llegó a 60 mil hectáreas que ponen en peligro la soberanía alimentaria, la salud, la economía y la cultura de los pueblos.
En el seminario “¿Por qué no queremos transgénicos en Bolivia?”, realizado en La Paz y auspiciado por Probioma, Pedro Peralta, experto paraguayo, alertó que existen políticas que ponen en peligro a toda la región.
Manifestó que se tiene en vigencia leyes de certificación de semillas y otras que se constituyen en “amenazas permanentes a la agrodiversidad, a la agricultura campesina e indígena y principalmente a la soberanía alimentaria”.
“El maíz es el alimento de los pueblos”, sostuvo Peralta y lamentó que la incursión de las semillas transgénicas esté poniendo en peligro la capacidad de las comunidades de producir alimentos diversos y saludables. “Estas leyes legalizan el abuso y el despojo de las corporaciones”, dijo refiriéndose a la normativa vigente en su país, que permitió la inclusión de al menos 19 semillas transgénicas de maíz a Paraguay.
Explicó que el maíz es una planta que se multiplica por polinización cruzada, lo que significa un peligro latente para los cultivos libres de transgénicos, debido a que el polen es dispersado por el viento y puede llegar a 180 km de distancia y es transportado por insectos.
Las secuelas de esas políticas ya son visibles en el vecino país, por lo que hizo hincapié en la necesidad de un marco legal que proteja las semillas nativas. Lo que además permite impulsar el desarrollo de los mercados locales.
La incursión de transgénicos va acompañada de la de plaguicidas.
Por su parte, su connacional Guillermo Ortega, comunicó que en su país el uso del suelo agropecuario está destinado en un 95% al agronegocio, mientras que apenas un 5% a la agricultura campesina.
Por otro lado se tienen aprobadas 28 semillas transgénicas y una cantidad de 45.861 toneladas de agroquímicos importados hasta 2016. Lo que significa que se utilizar en promedio ocho litros de glifosato por hectárea. Eso generó un fuerte impacto en la salud de los paraguayos, especialmente en quienes están expuestos al trabajo de campo.
El experto señaló que “el impacto adverso de los plaguicidas viola el derecho a una alimentación adecuada y el derecho al más alto nivel de salud”. Agregó se ha evidenciado el impacto negativo del glifosato en la vida silvestre y la de los seres humanos, a través de la manifestación de problemas genotóxicos y enfermedades crónicas como la leucemia y otros tipos de cáncer, autismo, problemas respiratorios, dérmicos, digestivos y más.
El presidente de la Sociedad de Arqueología de La Paz, Carlos Lémuz, manifestó que la situación en Bolivia también es preocupante. Develó que hasta hace ocho años se sabía que en el país existían alrededor de 300 hectáreas ilegales de maíz transgénico, pero a la fecha la superficie plantada llegó a 60 mil hectáreas.
Bolivia cuenta con más de 77 razas de maíz nativo y cientos de variedades que con la incursión de los transgénicos al territorio nacional, están siendo amenazadas.
La preocupación se debe a la contaminación y la acelerada desaparición del alimento, dado que el maíz transgénico altera fuertemente la capacidad reproductiva de la planta poniéndola en riesgo de desaparecer. Consecuentemente afecta a las familias que dependen económica y culturalmente del maíz, generalmente pequeños productores locales que no forman parte del agronegocio.
“El maíz forma parte de la identidad, cultura, economía y alimentación de los pueblos de América”, insistió.
De acuerdo al arqueólogo, el maíz está presente en la vida de los pobladores de América hace unos 10 mil años. Hace 6 mil años llegó a la zona Andina Amazónica y hace 4 mil años a la cuenca del lago Titicaca.
Lémuz sostuvo que en México ocurrió un desastre por la introducción de maíz transgénico y las malas decisiones de sus gobernantes que permitieron que sus campesinos sean afectados. Producto de ello se perdió gran parte de sus recursos genéticos, por lo que ahora están importando maíz transgénico de otros lugares, en un país considerado como la cuna de dicho alimento.
De acuerdo al arqueólogo, el maíz “es el cultivo más importante para los pueblos originarios del continente americano” y en un momento de la historia se convirtió en un alimento relacionado a los dioses y a las más elaboradas tradiciones religiosas y políticas.
El problema es el modelo de producción que se está imponiendo en la región.
Miguel Crespo, director de Probioma, también se centró en el contexto nacional, apuntando a que el control de las semillas y el modelo de producción con agroquímicos, vulnera el derecho humano a la alimentación. “La revolución genética pisotea el derecho humano a la alimentación”, sostuvo.
Explicó que el país es considerado como el centro de origen secundario del maíz porque se cuenta con la mayor cantidad de razas en el mundo. “Bolivia tiene 77 razas identificadas, le sigue México con 69, después Perú con 66, Argentina con 47”, informó.
Pero ahora en el chaco boliviano se cultivan y comercializan semillas transgénicas de maíz. “En el Chaco existe la comercialización abierta de semillas y grano de maíz transgénico en las poblaciones de Charagua, Villamontes y Yacuiba y se dinamizó con la importación de maíz sin aranceles y análisis genéticos para manifestar su cualidad transgénica”, alertó.
Pese a que la Constitución Política del Estado (CPE) prohíbe la introducción del maíz transgénico, así como la Ley de la Madre Tierra, que tiene por finalidad proteger al país frente a la introducción de especies transgénicas, sin embargo la Ley de Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria abrió la posibilidad de evaluar la introducción de especies transgénicas en contrasentido a la propia Constitución. (ANF)
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