El tiempo transcurre a pesar de las vicisitudes que han sido producto de decisiones adoptadas y cuyas consecuencias las enfrentamos ahora. En un caso, es patética la situación de enclaustramiento que ensombrece el destino de nuestro país, ya que ha detenido su progreso, perjudicándolo por más de 100 años.
Leer la historia causa depresión porque es para exclamar: “Bolivia no merecía ese destino”. Sus mismos malos hijos la condujeron por un camino de esclavización ante los intereses personales, envilecidos por el poder monetario. En el tema marítimo, la invasión a Bolivia en 1879 ha sido influida por un consorcio anglo-chileno.
Considerando nuestro encierro a partir de entonces, nos vamos a referir a la importancia que tuvo el ferrocarril Guaqui-La Paz, una línea férrea muy bien establecida después del calamitoso Tratado de 1904, impuesto por el país vecino.
Gracias a la hermandad con la República del Perú, Bolivia pudo trasladar sus productos por la ruta La Paz – El Alto – Viacha – Tiahuanacu – Guaqui, con navegación por el lago Titicaca – Puno – Matarani – Mollendo, ruta muy bien cubierta para la carga de importación y exportación, además que se veía el crecimiento de La Paz, donde las fábricas SAID, Forno, Soligno y otras instalaron sus canales propios de ferrovía, demostrando cómo progresaba la urbe.
Durante la Guerra del Chaco, se demostró un innato patriotismo de quienes operaban en la ferrovía, pues por ella se abastecía al Ejército boliviano, ya que Chile había cerrado el paso por los puertos de Arica y Antofagasta, además que se produjo el embargo de los minerales provenientes de Bolivia. Entonces esa producción fue desviada por Viacha a Guaqui y toda salida y entrada fue por el Perú. En la ruta hubo servicio eficiente y no como ahora, con cientos de camiones paralizados en los puertos detentados por Chile.
Siempre hablando de épocas nefastas, el Ferrocarril Guaqui fue desmantelado, siendo destruidas sus instalaciones, así como desapareció el tren eléctrico La Paz-El Alto, junto a la maestranza de Pura Pura. Los postes de la línea eléctrica desaparecieron y los rieles estuvieron enterrados por mucho tiempo.
Hoy, a pesar del fallo adverso a la demanda marítima en La Haya nuestro país se levanta con más fortaleza, pues en vez de salir al Pacífico por puertos chilenos, tenemos la opción del puerto de Ilo, gracias a la hermandad del Perú, desde tiempos inmemorables y cuando ambos pueblos sufríamos la invasión a nuestros territorios.
Con más trabajo y utilizando recursos provenientes por las exportaciones de gas a Brasil y Argentina, se debería abrir la ruta El Alto-Viacha, con trocha ancha en la vía Guaqui-Desaguadero y empalmar con el ferrocarril del Sur del Perú, Matarani – Mollendo.
Al respecto, no hay punto de comparación con países desarrollados, que aumentan y modernizan sus trenes, por algo será. Para Bolivia es una necesidad imprescindible.
La segunda ruta ya existe, El Alto-Viacha, que tiene conexión con Oruro, Potosí y Cochabamba, con carretera asfaltada que llega a Ilo. La tercera vía en plena construcción es El Alto – Viacha – San Andrés de Machaca – Hito Cuatro y llega a la gran ciudad de Tacna, donde se puede proyectar un mega puerto internacional, con plena y grande salida a los puertos del mundo, a menos que traten de impedirlo los que hicieron desaparecer el Ferrocarril Guaqui – La Paz.
La historia es triste, pero son otros tiempos y Bolivia puede avanzar venciendo la adversidad.
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