Los “separatistas” y “racistas” cruceños hemos abierto nuestras puertas a la inmigración valluna desde hace más de medio siglo, sin otra condición que no fuera que trabajaran en la cosecha de la caña y el algodón, para que luego se instalaran, poco a poco, en el comercio callejero, pasando a dominar los mercados y luego a convertirse en poderosos empresarios de diversos rubros para progreso de la región, lo que está muy bien siempre que no pretendan imponer costumbres que no son las nuestras. Nadie en Santa Cruz se va a oponer a que los vallunos hagan las fiestas que tienen como tradición, que coman lo que les gusta, que bailen, que voten por quien quieran, sin que eso signifique que pretendan que nosotros hagamos lo mismo. No vamos a querer que Santa Cruz sea como parte de la Europa islamizada de hoy.
Lo que indigna es que en el valle cochabambino, en el Chapare concretamente, los cambas seamos indeseables. En estos días, cuando empieza la turbulencia política preelectoral, se ha oído voces en contra de los neoliberales, pero también contra los cruceños, de quienes dicen que no serán bienvenidos porque la derecha y los fascistas no tienen cabida en su territorio. Esto es, además de impertinente e inconstitucional, un sopapo a Santa Cruz.
Resulta que a los cruceños nos acusan, procesan y persiguen, por separatistas, racistas y terroristas, esencialmente porque fuimos la punta de lanza de las autonomías en Bolivia. Pues bien, pese a que este régimen del MAS, enemigo de la autonomía, acabó sumándose a ella por cálculo político, sabemos que la odia y que por eso la descuartizó hasta casi hacerla desaparecer en el texto de la Constitución.
Sin embargo, nos encontramos con que, mientras en Santa Cruz tenemos que andarnos con cuidado, como pisando huevos, para no resentir a nadie y ser tildados de separatistas, aparecen voces en el trópico cochabambino, totalmente respaldadas por el MAS, que declaran al Chapare como una región autónoma, liberada de las leyes nacionales, donde para entrar o salir se requiere un permiso que solo pueden dar los dirigentes de las federaciones de cocaleros, cuyo presidente es S.E., el Jefe del Estado.
Por tanto, nadie que no sea masista o cocalero puede hacer propaganda política en el Chapare, lo que significa que toda actividad electoral está prohibida para aquellos que, según los dirigentes productores de coca, no respalden a S.E. Ya han manifestado que no ingresarán al Chapare ni los partidarios que apoyan a Mesa como el FRI ni los Demócratas de Costas, al igual que Doria Medina. El Chapare es territorio exclusivo de S.E. y el que quiera ingresar sin permiso que se atenga a sus aduanas embravecidas.
¿Se imaginan ustedes si existiera un gobierno que tuviera esa actitud en Santa Cruz? ¿Acaso no nos endilgaban, con base en mentiras, que exigiríamos pasaporte a los andinos para entrar aquí? De inmediato se movilizaría el Ejército, la Policía, y cocaleros armados para sacarnos la mugre. Nuestra ciudad, que cobija a todos los ciudadanos de Bolivia entera, sin preguntarles de dónde son, llega al extremo de la tolerancia de que en nuestra propia plaza de armas o en las instituciones empresariales aparecen personajes que por propia filosofía están en contra del progreso cruceño y que con embustes se hacen pasar por amigos.
Ahora resulta que en este Chapare autónomo se les ha ocurrido recordar a huérfanos y viudas que serían resultado de la violencia neoliberal y de la que serían responsables, en el colmo del absurdo, Costa, Mesa, Tuto, Jaime Paz, Doria Medina, Cárdenas, y cualquier político opositor que esté en la línea de hacer respetar el 21-F. ¿Es justificación para declararse territorio propio de S.E.?
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