El Gobierno actual es insaciable en ejercer el mayor control del poder público que pueda. Unas veces consigue que personas independientes, ajenas a cualquier inclinación política, atiendan asuntos que sean de su interés o conveniencia, y en otros casos les buscan motivos para que desistan de continuar importunando la aplicación de sus planes y proyectos.
En este último caso, hay la probabilidad o puede que se tenga pruebas de que gente del régimen está en el afán de buscar la “renuncia” de alguien para que deje su cargo y de esa forma se cuente con la posibilidad de controlar las funciones de cuanto organismo público le interesa tener a su libre disposición.
De una u otra forma, al final consigue, en la mayor parte de las veces, que el puesto que se empeña en detentarlo, quede disponible para que se cumplan sus propósitos. Algo de esto acaba de suceder en el Tribunal Supremo Electoral (TSE), presuntamente porque día que pasa se observa que está perdiendo la confianza pública, con mayor razón la posibilidad de seguir imponiendo su voluntad en la administración de los intereses públicos.
En esta ocasión, cuando veía que sus posibilidades electorales son cada vez menores, no quiso exponerse a que ello se ponga en evidencia en las próximas Elecciones Primarias, pese a que las había convocado con la finalidad de probar que sigue contando con la mayoría electoral.
A medida que pasaban los días y se producían hechos públicos que colocaban más dudas sobre la estabilidad del régimen, pudo haber desistido de la realización de la consulta ciudadana de enero próximo. Empero, esto mismo, dada su tozudez, le indujo a demostrar que seguía contando con la aceptación en las urnas.
De manera que ellas se realizarán, pero había necesidad imperiosa de adoptar algunos ajustes. De esta manera, como quiera que hubiera sucedido, ahora tiene margen para equilibrar, si acaso no dominar, al TSE. Extrañamente, en vísperas de las Elecciones Primarias, resulta que en el interior de este organismo surgieron complicaciones en relación con una nueva consulta ciudadana.
A este respecto, aparte de la sorpresiva renuncia del vicepresidente de ese organismo, José Luis Exeni, igual determinación adoptó poco tiempo después la presidenta Katia Uriona Gamarra, con el siguiente justificativo: “Un estancamiento en la toma de decisiones fundamentales para el resguardo de la institucionalidad, los principios y valores”.
En tan breve frase, la doctora Uriona ha expresado mucho, después de tres años de ejercer el cargo y cuando están ya a la vista las Elecciones Primarias. Encontró que ahora existe en el TSE un “estancamiento en la toma de decisiones fundamentales”, aparte de lo cual agrega que tal situación pone en juego “el resguardo de la institucionalidad, los principios y valores” de las funciones que cumple o debe aplicar en su funcionamiento el TSE.
Con estas expresiones, claramente pone de manifiesto que en el TSE no existen las condiciones que deben prevalecer para dirigir una nueva elección. Acerca de cuya realización no hay una disposición legal que sostenga la obligatoriedad de su realización, como que, históricamente, nunca hubo una consulta de tal naturaleza. Entonces, da margen a presumir que ha sido dispuesto por alguna motivación que no existía en el pasado y que en el presente se acude a este recurso por intereses partidarios o subalternos.
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