Álvaro Numbela Tejada
La designación o la remoción de los jueces están inspiradas en móviles superiores de elevada política institucional. Así no habría intereses subalternos sobre el interés supremo de la justicia y de la ley.
He ahí el pilar fundamental: la INDEPENDENCIA. En Bolivia, ella debe ser restablecida y garantizada con respeto a los poderes políticos (Ejecutivo-Legislativo). La justicia tiene principios sólidos que determinan su organización. Sin embargo, debemos hacer cuenta -por lo menos- de un buen sistema de ingresos a su acción. Urge formar adecuadamente -a los profesionales del Derecho- para tener jueces profesionales, instruidos y preparados no solamente para la noble función de aplicar la ley; sino para ejercer el control sobre los restantes poderes del Estado.
LA ALTERNATIVA SIMPLE
Para estar unidos en torno a un futuro prometedor del Poder Judicial, con respeto a su autonomía, se debe pensar en un Estatuto de la Magistratura, lejos de hacer todo lo acontecido en la Asamblea Nacional con motivo de la selección y designación del Fiscal General, en septiembre de 2018. Todo lo cual nada cuesta al Estado.
Por otro lado, se puede tener un toque de inteligencia en las propias autoridades judiciales, para que puedan dejar algo en el ejercicio de sus funciones: ¿Un Estatuto de la Magistratura? ¿Un Sistema Procesal Común para agilizar su función? En fin, he ahí lo que se puede hacer por la vía jurisprudencial y por el más grande amor a Bolivia; ya que, nada peor que pudiendo hacer, no se hizo, lo que por ahora plantea la problemática contemporánea del desarrollo…
LA REALIDAD INMINENTE
De momento, somos conscientes de enfrentar la cuadratura existente dentro del Sistema Político nacional , donde existe abuso de Poder, cuando se selecciona a candidatos, se hace designaciones unilaterales “con los mejores hombres de la nación” para el Poder Judicial. Poco importa que el Sistema Político se deslegitimice en su camino hacia la conquista del poder; o que se haga elecciones para magistrados que no tienen necesidad de pasar por las urnas.
Es hora de dar una sacudida al Ejecutivo, al Legislativo porque ellos ganan más que cualquiera, tienen choferes, teléfonos y hasta casa pagadas por el Estado. De esta manera real –en la práctica y en los hechos- existe un exceso del Ejecutivo, del Legislativo sobre el Poder Judicial y ello no puede seguir así.
El verdadero equilibrio de los Poderes del Estado se tiene en la independencia de su organización. Es lo que se tiene que hacer y no se tendría que renunciar a la problemática contemporánea del desarrollo, el necesario perfeccionamiento de las formas de organización político social, con transiciones suaves y adecuadas. Y para terminar, escuchemos la enseñanza del eminente Tratadista Argentino Roberto Dromi, quien sostiene: “Que la independencia judicial requiere también que el Poder Judicial cuente con un órgano representativo y supremo capaz de defender su plena autonomía funcional: la Corte Suprema de Justicia de la Nación y los Tribunales Superiores de Justicia de Provincias” (*).
Consiguientemente, no hay que buscar pelea con fantasmas o enemigos que no se tiene en la correcta marcha del Poder Judicial, hay que ser más generosos en este sentido; dado que nada se gana con el enfrentamiento de poderes, que puede darse en cualquier momento.
(*) Dromi Roberto: El Poder Judicial. Ediciones ciudad Argentina, Impreso en España, año 1996. Pág. 42.
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