Cementerio
Concluir cada mural puede tomar a cada artista hasta cuatro días, dependiendo lo compleja que sea la imagen que represente y los materiales y la técnica que elija para establecer las formas
Un movimiento conformado por más de una treintena de artistas, entre bolivianos y extranjeros, convierte al Cementerio General de La Paz en una “galería al aire libre” con murales que evocan el culto andino a la muerte.
“Es algo único en el mundo”, dijo a Efe Magda Rossi, miembro del colectivo “Perro suelto”, que propicia que varios de los muros del camposanto reflejen el imaginario paceño gracias al arte urbano, en un evento autónomo y “autogestionado” llamado Ñatinta.
“La temática y el desafío que tienen los artistas es interpretar lo que es el culto andino de la muerte, recuperar la iconografía y el imaginario ligado a Todos los Santos y las Ñatitas”, apuntó Rossi, italiana que vive en Bolivia hace diez años.
En Todos los Santos, que se celebra 2 de noviembre, prevalece la creencia de que los espíritus de los difuntos llegan al mundo para compartir con los vivos de la misma forma en que lo hacían antes de morir, por lo que son recibirlos con ofrendas de comida y bebida abundantes.
Mientras que la festividad de las Ñatitas, que se conmemora seis días después de los difuntos, es una celebración profundamente arraigada en ciudades como La Paz y fundamentalmente orientada a la veneración de cráneos humanos a los se que se les atribuyen milagros, favores y el sobrenatural don de la protección.
Para Rossi, ambas manifestaciones son algo “completamente mágico” y que “vale la pena celebrar”, por considerarlas un patrimonio intangible de la ciudad y de su cultura.
La actividad tiene previsto este año pintar una treintena de murales de al menos unos ocho metros cuadrados cada uno, entre los que se incluyen dos de dimensiones mucho mayores en los techos de mausoleos y que podrán apreciarse desde el teleférico que atraviesa por encima del cementerio, aseguró Rossi.
La mitad de los participantes son artistas extranjeros, entre colombianos, chilenos, argentinos, españoles y uruguayos que decidieron llegar a Bolivia para dejar su impronta en los muros de la necrópolis paceña, apuntó la directora de la actividad.
Rossi explicó que esta es la tercera versión de la experiencia que comenzó en 2016 con el diseño de solo algunos murales y que con el paso del tiempo ganó la aceptación de la población y de las autoridades municipales.
“Empezamos sin saber si a las personas les iba a gustar esto y nos parecía que sí por la estética que se tiene acá, que es muy colorida”, indicó Rossi.
El cementerio de La Paz, creado en el siglo XIX, alberga decenas de espacios históricos que honran a expresidentes, próceres nacionales y personalidades destacadas, al mismo tiempo que sigue cobijando los restos mortales que llegan a diario.
Sus pabellones y mausoleos eclécticos se conjugan con las filas y columnas de nichos, la mayoría relucientes y abarrotados de flores multicolores, mientras que otros reflejan el olvido y el paso del tiempo.
“La idea es que el campo santo sea un lugar más acogedor para las personas que vienen acá todos los días”, aseveró la responsable de la actividad.
Las representaciones tienen necesariamente una “conexión” con el cementerio y sus temáticas van de la referencia a ofrendas para la persona que ya no está hasta coronas con flores y la que parece ser una especie de consagración de un cráneo humano o ñatita.
El impactante rostro de una mujer aimara en la que se alternan formas vivas y cadavéricas, todas un ritual y homenaje a la muerte, llama la atención en otro mural.
“Es bastante impactante (...), cada artista se va con algo fuerte de acá”, sentenció Rossi. (EFE)
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