La improvisación ha sido siempre el instrumento pertinaz y apurado en los trajines oscuros de este gobierno, no solo en sus leyes sino en sus decisiones, la mayoría de las veces con sorpresivas medidas de impacto negativo, pero útil para sus intereses políticos. Por ejemplo, el 23 de marzo de 2013 Evo Morales vehemente, cual “Cid Campeador”, decidió “elevar una demanda contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, reclamando nuestra salida al mar”, decisión que alborozó al pueblo, pensando que había llegado la hora de reivindicar las heridas causadas por la usurpación chilena. Cosa que los regímenes anteriores no se atrevieron a hacer, por no exponer el problema del mar a los extremos de esta instancia, por ser la última opción.
En la misma mañana y hora del discurso de Evo, en Chile se producía el encuentro diplomático previsto con anticipación, entre el canciller Choquehuanca y la presidenta chilena, Sra. Bachelet, para analizar y negociar sobre los 13 puntos de la Agenda establecida por ambos gobiernos; encuentro que pasó inadvertido. El pueblo, por lo emotivo del momento, no percibió que la decisión de Evo no era otra cosa que uno de sus arranques hormonales. Esta actitud demostró claramente que no hubo coordinación o consulta alguna con su gabinete, menos se valorizó la envergadura y consecuencias de esta decisión. Elevar la demanda a la CIJ implicaba una preparación y estudio anticipado, por lo menos de dos años, y contar con un equipo especial de primera, multidisciplinario internacionalista, y no improvisar recién, dizque, los “mejores juristas entendidos en materia internacional, estrategas y militantes masistas”, solo para aplazarse, con excepción de algunos ilustres profesionales.
El exitismo indescriptible habituaba al gobernante a repetir, cuantas veces podía, “pronto volveremos al mar” “o ya estamos cerca del mar”, loando al único “valiente”, confirmando la re reelección; decían “al diablo el 21F”.
Pero llegó el demoledor fallo de la CIJ, que originó pedantería en algunos despistados del MAS, que mofándose repetían que “estamos mejor que antes”, un terrible insulto a la inteligencia del pueblo. Morales nos mintió los cinco años que duró el juicio; nos engañó con su tradicional hipocresía y demagogia, en temas tan delicados manejados a puerta cerrada. Solo pensaba en el uso de la demanda para obtener réditos políticos. El planteamiento jurídico fue malo, con argumentos insolventes, se ignoró las características de la Corte, su orientación, su jurisprudencia, faltó una investigación sobre si la CIJ era la parte más pertinente para la demanda.
Ante el fallo destructor, inapelable, Morales hizo lo que mejor sabe, atacar y se estrelló contra la CIJ, tratándola de injusta y parcializada, de tendencia conservadora y que intervino EEUU imperialista, y otros epítetos. Dijeron que “Bolivia nada tiene que cumplir del fallo”. Grave error, pensando en la internacionalidad del organismo, después de atacar, insultar y difamar, pidieron aclaración o enmienda del fallo. Vaya descaro y seguramente convocarán nuevamente a los ex presidentes, que ya no deben aceptar, pues con estas actitudes se puso en serio riesgo el problema del Silala. Ahora cambió su discurso con la CIJ, más cuidadoso ya para nada. Alguien dijo que estamos frente a la ignorancia funcional de los dependientes del Estado, se desconoce totalmente la dignidad, orgullo y honor nacional, ya que después de haber desgraciado al país, como si nada hubiera pasado, continúa con su campaña política. Evo Morales acabó con las esperanzas del país, borró para siempre la ansiada recuperación de nuestro Litoral, a esto se llama traición a la Patria.
Bolivia está obligada a reconocer y acatar el fallo, Chile está dispuesto al diálogo, Evo Morales dejó de ser un interlocutor válido, mucho más cuando no respeta la democracia, el 21F, eludiendo respetar y cumplir la Constitución Política del Estado. Con este fracaso retrocedimos casi cien años; algunos grupos ignaros de la realidad, siguen alentando y olvidando la derrota que atañe al país. A Evo el orgullo y dignidad “le interesan un cacahuete”. El pueblo jamás claudicará el deseo de recuperar nuestro Litoral.
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