Con el fallo adverso de la Corte Internacional de Justicia ha concluido para Bolivia una importante etapa en la historia de su vida nacional. Los resultados finales expresaron, como en septiembre de 1921, una nueva derrota jurídica. Bolivia gestionó en 1920 y 1921 un trámite preliminar en Ginebra ante la recientemente creada Liga de las Naciones, por el interés de modificar el artículo 19 de pacto del organismo, para promover un acuerdo amigable, que le permitiera la revisión del tratado de 1904 con Chile.
A diferencia de la pomposa delegación boliviana a La Haya de hace unos días, la discreta misión en 1921 estuvo encabezada por Félix Avelino Aramayo, uno de los Barones del estaño, asistido por Armando Chirveches, Florián Zambrana y Franz Tamayo Solares. Fueron miembros sin derecho a voto Demetrio Canelas, Antenor Patiño (hijo de Simón I. Patiño) y José Espada Aguirre.
Bolivia trató de introducir una petición en el novísimo organismo internacional (apenas en la segunda sesión inaugural desde su creación) sin éxito alguno. La delegación boliviana no tuvo bien afinado el lápiz. “Bolivia partió a oscuras, se ignoraba las percepciones de Chile ante la perspectiva de revisar el tratado” (A. Aramayo y su época - A. Costa du Rels – 1991). Tan despistada fue la gestión que el plazo para entregar las peticiones vencía el 15 de octubre, pero Bolivia presentó la suya el 1 de noviembre de 1921.
La respuesta política interna luego de la derrota diplomática de 1920 y 1921 fue abrumadora. Tamayo se retiró meses de la vida pública, y un tiempo después se enfrascó por 4 días seguidos (en la cámara de diputados) en una célebre pugna con el canciller Ricardo Jaimes Freyre con el propósito de defender la desastrosa misión en Ginebra, de la que salió perdidoso por mayoría absoluta. Luego del viaje, Froilán Zambrana desapareció de la vida política boliviana y por si fuera poco, el canciller de entonces le negó a Demetrio Canelas el pago del traslado de sus bolsos y enseres desde Europa. “Quizás si las gestiones bolivianas hubieran mostrado un resultado positivo en la Liga, otra hubiera sido la actitud”, le cablegrafió (Memoria de la Liga de las Naciones 1920 – 1933).
Tan despistada fue la gestión, que el plazo para entregar las peticiones vencía el 15 de octubre, pero Bolivia presentó la suya el 1 de noviembre de 1921.
Casi un siglo después, en esta segunda ventana histórica números@s cronistas avivaron el tema, detallando miles de hechos históricos no conocidos o poco conocidos. Bolivia en los años de la demanda por la búsqueda de soberanía en La Haya, vivió una profunda alfabetización sobre su propia historia. Muchas voces entonaron las memorias, a favor o en contra, en tonos mayores y menores. Cientos de aportes periodísticos e históricos desconocidos o poco conocidos salieron a la luz. Decenas de autor@s a los que se sumaron l@s editor@s convertidos en autor@s de los suplementos especializados de los matutinos de circulación nacional. Es imprescindible mencionar que en numerosos casos, l@s articulistas recibieron provocaciones por la difusión de su trabajo “aun confidencial en la demanda” o “fuera de la línea oficial”.
Un 99.9% de ellos no vinculados con la administración rentada de las relaciones exteriores, difundieron su pensamiento sin recibir ningún tipo de retribución, ni siquiera una atenta e inofensiva nota que les recordara que: “Por la presente, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia, le hace llegar su más cordial saludo y agradece en nombre del Estado su valiosa contribución con la causa marítima boliviana”, así l@s ensayistas no fueren especialistas en temas diplomáticos o históricos o su contribución a la causa fuese pequeña. Hubo tanto trabajo solicitado para publicar sobre el tema, que los edit@res “eligieron” a l@s autores de acuerdo con la línea editorial que protegían y un poco a “ojo de buen cubero”. L@s investigadores le deben gratitud también a l@s conductores de programas de opinión por convocarl@s para difundir su pensamiento en los espacios de radio y televisión.
Algunos compartieron la reflexión que dice que: “Antes de dictar su decisión, la Corte deberá asegurarse no solo de que tiene competencia, conforme a las disposiciones de los artículos 36 y 37, sino también de que la demanda está bien fundada en cuanto a los hechos y al derecho“ (artículo 53 del estatuto de la Corte). Si la demanda boliviana como en 1921 no se ajustaba al pleno derecho, entonces ¿por qué continuaron con su desarrollo, aun después de que las excepciones preliminares le fueron denegadas a Chile en septiembre de 2015?
Algo huele mal en Dinamarca, favor, leer en La Haya.
La jactancia de la diplomacia boliviana en los últimos 10 años impidió aportes mayores. Algún funcionario llegó a decir: “Se acercan al ministerio... porque quieren algo”. Seguro, gratitud, reconocimiento, retribución intelectual por los servicios “no solicitados” a la Patria, probablemente solo eso. Bolivia desconoció el valor de sus pensadores (como en casi toda la historia diplomática), careció del espíritu de equipo, y su cancillería a pesar de las numerosas advertencias de los autor@s, creyó de manera petulante que su doctrina endógena y pintoresca fue suficiente, defendiendo a capa y espada su propia y devaluada opinión. La dispersa diplomacia boliviana nunca aprendió (salvo muy contadas excepciones) a caminar con las manos y a celebrar con los pies.
La multitud de autor@s soñó un “Gran Cuerpo” que aceptara, discutiera y compartiera sus ideas públicamente en un fondo editorial común. Soñar nada costó. Hasta el poetariado no asalariado por el estado se aunó al esfuerzo con entusiasmo lírico. A mí se me quedaron en el tintero la historia de las “proposiciones acusatorias” por “traición a la Patria” contra Aniceto Arce, Rosendo Gutiérrez, Gabriel René Moreno y Zoilo Flores, tan poco documentadas. Moreno y Flores terminaron sus días en Santiago de Chile. Las historias de amor durante las negociaciones del tratado de 1904, que incluyeron pasión y crimen, así como los sobornos a funcionarios bolivianos para su firma.
Concluyó para toda una generación la tarea de socorrer la plaza en un asunto que para numerosos pensadores bolivianos fue casi un evangelio. Las generaciones venideras reexaminarán sus ideas.
Al salir del letargo de La Haya uno empieza a leer que en 2017 en Bolivia “El crecimiento de los hidrocarburos cayó en 2,4%; durante el primer trimestre de 2018, que el sector minero cayó en 2,3% (Fundación Milenio). Que fue instalada una cacería de brujas en la justicia, condenando a un galeno por una falta nunca cometida, por una jueza que, embriagada por el delirio de la seducción, reveló su inocencia. Que la jueza está libre y el denunciante estuvo preso. Entonces, la frase de mi maestro tomó sentido: “Todo lo que estudies podrá ser usado en tu contra”.
Y aprendí a lidiar con dos axiomas, que sin duda serán valiosos para mis lectores: El profundo respeto por la maravillosa abuela chilena que se resistió con todo el peso de su experiencia, a dar su brazo a torcer, aun 114 años después de que don Eduardo Avaroa Hidalgo le exigiera rendirse y que en las relaciones exteriores en Bolivia, más vale el diablo por gallo que por viejo. Certeza que no parece ser válida para los cada vez más jóvenes políticos en territorio boliviano.
El autor es médico estudioso en temas históricos y diplomáticos.
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