II
Arturo D. Villanueva Imaña
CARAS CONOCEMOS, CORAZONES NO SABEMOS
Finalmente, para mencionar otro problema no menos importante de la coyuntura electoral actual; hay que señalar que si bien las plataformas y colectivos ciudadanos han tenido la virtud de sacar la cara y expresar el sentimiento de una mayoría nacional, y han señalado el camino de lo que NO se quiere; en cambio, precisamente por su diversidad, la ausencia de un liderazgo común y la falta mancomunidad de criterios; no han tenido la capacidad para orientar y proponer un proyecto, una propuesta nacional, en razón de haberse enfocado exclusivamente en actos de resistencia.
Además, tampoco tuvieron la virtud (y en muchos casos muy equivocadamente, no quisieron), de establecer vínculos con otros movimientos sociales, que por el contenido y profundidad de sus luchas y movilizaciones, sí tienen y traen aparejada una nueva visión de país y un nuevo modo de plantear nuestro futuro. Es decir, que indudablemente habrían aportado otro carácter a la resistencia y las movilizaciones ciudadanas del 21F. Ver por ejemplo: Tipnis, Bala-Chepete, Rositas, Tariquía, Yungas, Comunidades y pueblos afectados por la contaminación y la minería; Achacachi, etc.
Será por eso que nuevamente se ven en el trance y se han convertido en motivo de disputa y convocatoria, precisamente por los líderes y partidos tradicionales de derecha que fueron rechazados y despreciados, y que ahora al calor de la partidocrática ley aprobada que les devuelve un protagonismo que no tuvieron en el pasado inmediato, vuelven a levantar cabeza.
Este fenómeno emergente (ciertamente irónico), y que se ha agudizado por la aprobación de la ley de partidos políticos y la apretada agenda electoral impuesta, está acelerando y forzando a escoger caras, imágenes y personas, antes que exigir y demandar un programa, una propuesta y una visión de futuro, que es lo que verdaderamente importa, más allá de derrotar el abusivo como inconstitucional y antidemocrático prorroguismo oficialista.
Las plataformas y colectivos han tenido la virtud de prescindir de la manipulación, las presiones y el adueñamiento del movimiento por los partidos tradicionales y sus líderes; pero ahora vuelven a ser presa de sus intereses y convocatoria. Lo más probable es que poco a poco vayan cediendo frente a uno u otro candidato y, lo que es peor, al establecimiento de aquellas junt’uchas despreciadas y despreciables, que bajo el argumento de la “unidad”, volverán a imponer las viejas mañas, intereses y pactos (no precisamente de carácter nacional-popular, o con visión de futuro).
Vistas las cosas así, se engañan y pueden ser empujados al engaño. Lo que corresponde es exigir y demandar respuestas, programa y proyecto, que no se limite a cumplir la agenda del 21F que a todas luces ya es insuficiente.
El autor es sociólogo, boliviano.
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