Se recordó hace poco el Día del Agua, en circunstancias que existe creciente preocupación en el mundo por el despilfarro que se hace de este recurso vital para la vida humana, a la vez que de los animales y esencialmente en la agricultura, que es la fuente productora de los alimentos.
Con el ánimo de llamar la atención pública sobre la necesidad de proteger el líquido elemento, es pertinente anotar que en el mundo 750 millones de personas no tienen acceso al agua potable, de manera que todos los seres humanos deben tener conciencia de la obligación que tienen de dar uso racional a su consumo.
En Bolivia, más de un tercio de la población no tiene acceso al agua potable, lo que sucede principalmente en las áreas rurales. En ellas, el aprovisionamiento de agua potable es casi inexistente, por lo que se recurre a las vertientes, que en general son limitadas y no ofrecen las garantías suficientes para cuidar la salud humana, lo que da margen a que se reflexione responsablemente sobre el buen uso que debe darse en las poblaciones urbanas, para ver la posibilidad de extender hacia ellas el agua tratada, con el propósito de cuidar la salud de sus habitantes.
En el caso de la ciudad de La Paz, con casi un millón de habitantes, se realiza un consumo dispendioso del agua potable, en unos casos sin considerar que en muchos de sus hogares se carece o se tiene una provisión limitada y, en otro, se utiliza este producto indispensable para la vida humana para lavar vehículos, en vez de instalar sitios donde se aproveche las corrientes de los ríos para esta finalidad.
Una disposición sobre esta materia de tanta trascendencia humana debe ser elaborada y puesta en práctica por los municipios, de manera que si voluntariamente no se protege el buen consumo del líquido elemento, se imponga medidas regulatorias que impidan su derroche irresponsable.
En tiempos de sequías, en algunos casos imprevistas, se informa que las fuentes de donde se provee el agua a la población paceña están confrontando escasez y, en casos extremos, inclusive carencias.
De ahí que es necesario que el municipio de La Paz haga los estudios correspondientes, en caso de que no existieran los que sean suficientes para responder a cualquier eventualidad adversa que se presente. Como resultado de los mismos, se tiene que adoptar las medidas previsoras dirigidas a cuidar el buen consumo del agua potable.
En todo caso, es siempre necesario imponer ciertas regulaciones sobre el buen consumo de agua, aparte de construir, en los lugares convenientes, represas que sean fiscalizadas, de modo que conserven de manera adecuada el líquido elemento, porque actualmente no se tiene mayores previsiones al respecto.
Inclusive sería apropiado que en los servicios higiénicos se haga uso apropiado del agua. Al presente, su acondicionamiento no está debidamente regulado, por lo que se produce un gasto excesivo.
En tanto, los hogares pobres, que en La Paz y en todas las capitales de departamento existen, casi no tienen acceso al agua, apenas la consiguen para hacer cocer sus alimentos y poder tomar siquiera una taza de desayuno.
A propósito, la representante adjunta del Programa FAO Bolivia, Rosse Mery Noda, ha expuesto en un suplemento especial sobre el agua que publicó EL DIARIO, que “De hecho, la falta de agua de calidad, potable y salubre, agrava la pobreza de los países en desarrollo”, entre los que nos encontramos. Añade que tal agravamiento provoca desnutrición y muerte, al extremo de que “un niño muere cada minuto por no tener acceso a agua limpia”.
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