Un poco de historia reciente

Con la actividad política que vive en estos momentos el país con motivo de las próximas elecciones (¿se realizarán?), ha surgido el nombre de Carlos Mesa como firme candidato, ya en campaña. Recordemos que este personaje fue vicepresidente de Goni, hasta la caída de éste el 17 de octubre de 2003. El 6 de junio de 2005, después de 20 meses de gestión presidencial Mesa renunció a su cargo.

Frente a estos hechos, se me ocurrió revisar el texto de Cayetano Llobet, publicado en 2005, bajo el título: “Sobremesa”, un título ingenioso para referirse a la actividad política del intelectual, periodista y actual firme candidato para sustituir a Evo.

Es un texto muy crítico, escrito por alguien que maneja muy bien el idioma, con frases irónicas, punzantes, hasta dolorosas y que tiene el condimento de que el autor fue muy amigo de Mesa, del cual se distancia posteriormente, lo cual se refleja en una brevísima introducción, cuando lo dedica “a los chambones, que con su rabia permanente y su inutilidad constante me regalaron la materia prima para este libro”.

En torno a su relación con Mesa, la define en las primeras páginas: “he tenido un conocimiento personal y cercano del personaje al que quise, admiré y propuse como solución política. Por eso me di cuenta muy temprano de que nos estaba engañando”.

Luego afirma: “los hechos me dieron la razón y esta “sobremesa”, con mis reflexiones sobre el desastre de esa gestión, justifican un libro”.

En febrero de 2004, hace una dura crítica a la composición del grupo parlamentario que a su vez hace críticas a las decisiones del Presidente. ¡“Cayetano a su vez le escribe al Presidente: “Yo sé que su tarea no es fácil –¡no le entregaron una portería de Ministerio, sino la Presidencia de la República! - y menos en las actuales circunstancias”.

En torno a las negociaciones sobre venta de gas a la Argentina, nuestro escritor apunta: “Mesa el Presidente no es malo, pero encabeza un Estado que desde hace años carece de la más mínima institucionalidad. Lo más parecido a esto es una mesa sin patas y el Estado que supuestamente están dirigiendo es, ni más ni menos, una mesa sin patas”. Claramente es un juego de palabras con mucha ironía.

En mayo de 2004 Mesa plantea un referéndum para definir la venta de hidrocarburos a la Argentina, Cayetano cuestiona: “el referéndum planteado por el Presidente es primario, vulgar, y digno de asesores de segunda” y añade “el Presidente no está proponiendo una política de hidrocarburos: está solicitando el apoyo a Mesa” y añade: “buscar ese apoyo con el disfraz de un referéndum vinculante es nada más y nada menos que una mamada vinculante”.

Continuando con el tema del referéndum sobre el gas, señala que todos apoyarán la iniciativa: “el señor Presidente no puede quejarse por falta de apoyo. Con semejante aparato de propaganda debería obtener, modestamente y en estilo africano, un 90% de adhesión. Pero... ¿mañana? Porque un país, en calidad de enfermo, no vive de discursos, ¡por buenos que sean! Él sabe, todos lo sabemos que hay que exportar, sabe por dónde se puede y se debe exportar… Pero ¿hasta dónde puede llegar? Porque nunca se sabe hasta dónde puede llegar la pose populista y Carlos Diego Mesa Gisbert es, en este momento, el populista con más éxito latinoamericano.

“Mañana después del referéndum, además del discurso presidencial, sin duda impecable, no habremos ganado nada”.

Para no extenderme más, refiriéndose al “nuevo sistema” escribe: “a los partidos políticos les está sucediendo lo mismo que a la COB después de 1971: no se dan cuenta que han dejado de existir. El régimen autocrático surgido del 18 de julio ya no los necesita”… “Mi filosofía republicana me obliga a desconfiar de un sistema político en el que un señor, con banda presidencial, pueda hacer todo lo que está haciendo sin ninguna limitación y fiscalización… Porque en el fondo y en la forma él manda y el decreto se firma”.

Los breves ejemplos señalados en las líneas anteriores deben servirnos a todos los ciudadanos que votaremos en las próximas elecciones para reflexionar a favor de quien debemos hacerlo.